Cap. 3: Me llamo Estefan

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Luego de un despabilador baño mañanero, Timmy decide limpiar un poco el apartamento. Si uno no limpia la mugre se acumula sin parar.

Se equipa con un delantal y unos guantes y comienza a recoger la ropa que esta desparramada por todo el lugar (90% de Lina). Despegando por último una media del suelo que le pertenece también a Lina; termina de recoger la ropa. Ahora la basura, hay mucha. Pasaron varios minutos desde que comenzó a barrer y despolvorear la nueva alfombra en el balcón. Timmy comienza a hurgar entre las cosas de Lina para buscar bollos de papel y demás, pero sin querer encuentra un...

Es de unos 38 centímetros

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Es de unos 38 centímetros. Timmy lo tiene en manos, y con los ojos bien abiertos lo examina detenidamente, en silencio, con paciencia, en este momento no puede dejar de pensar que dicho objeto le recuerda a algo.

Piensa en cosas fibrosas, con músculos rígidos, piel sudorosa, vapor en el aire; Timmy descubrió por si mismo lo que es este objeto. ¡Una pesa para aeróbicos! Se resolvió por sí mismo que era eso, ya que por dentro tiene pilas y por la parte inferior tiene un botoncito que si lo presionas la cosa empieza a vibrar a lo loco sin parar.

El chico sonríe inocente y comienza a hacer bíceps con el aparato, nota que es verdaderamente cómodo en el agarre y las vibraciones le ayudan a aumentar la dificultad. Contento se da cuenta de porque Lina tiene un cuerpo bien definido, una mujer así no podría haber nacido así. Muy entusiasta decide que le preguntara a Lina en donde puede conseguir uno de estos, le agrada la idea de ejercitarse con un objeto tan cómodo.

En eso suena la puerta, hay alguien golpeando. Timmy abre y aparece nuevamente el vecino de la habitación 22, esta vez para pedir un poco de azúcar.

–Buenos días vecino, me preguntaba si es molestia si os pido un poco de azúcar... –Al principio entrega una sonrisa en su semblante de lo mas encantadora, pero al ver lo que hace con un consolador en la mano de inmediato frunce el ceño, ve a Timmy con mucho sudor que le ruboriza gran parte de su piel y ejercitando su brazo derecho con un consolador de 32 centímetros.

–N-No es molestia, emm... puedes pasar si quieres... argg... –Este siente como su brazo empieza a desistir ante el ejercicio y cambia de brazo.

El hombre que observa a Timmy solo se queda parado, viendo... tratando de resolver un puzle muy complicado en su cabeza. Trata de descifrar que hace el chico con un consolador enorme en la mano llevándolo hacia arriba y hacia abajo una y otra ves sin parar. Este pasa y le entrega a Timmy la taza que trajo para llevarse el azúcar. No deja de mirar la cosa negra que vibra en las manos del chico.

Algo incómodo pregunta señalando con su dedo –Eso... ¿es lo que yo me imaginó? –Trata de ver fijamente pero no puede evitar esquivar y dirigir los ojos hacia otro lado.

–¡Sí! ¿No te parece increíble?

–¿Por qué lo usas así entonces?

–¿Qué? ¿Lo hago mal?

BoschiiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora