3. Demencia.

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La lluvia comenzaba a caer, los cristales del bus poco a poco empezaron a empaparse y la gente corría para no mojarse

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La lluvia comenzaba a caer, los cristales del bus poco a poco empezaron a empaparse y la gente corría para no mojarse.

Todo aquel día se sintió tan extraño, sucesos muy raros ocurrieron. Aquel misterioso chico en la mañana. Lo que creía que era un fantasma en el sótano. Las dos peleas que tuve estando dormido. Y aquel extraño sujeto que termine matando al convertirse en monstruo.
A pesar de haber pasado treinta minutos del suceso aún sentía aquella viscosidad en mi rostro.

La sangre manchó mi piel pero fue desintegrándose lentamente. Aún me encontraba conmocionado por lo sucedido. Definitivamente este día no podía ir peor.

Alguien se sentó junto a mí pero yo no prestaba atención a nada. La música hacía que no prestará atención a nadie y sólo me quedará pensando con tranquilidad.

El bus frenó y yo me levanté junto con mi mochila para salir. Al llegar al suelo, el agua de la lluvia también me tocó pero yo seguí caminando sin tomar importancia. Empecé a caminar hasta mi casa, la lluvia cada vez se hacía más potente por lo que empecé a caminar mucho más rápido.

Sentí a alguien agarrando de mi muñeca obligándome a girar. Regresé a ver y una chica lanzó un polvo dorado sobre mi rostro. Todo se detuvo, las gotas de lluvia empezaron a bajar lentamente. Los carros cada vez reducían su velocidad mientras que yo caí de espaldas tan lento como todo.
Miré a la chica, su cabello era de color blanco, su piel tenía un tono pálido parecido a la blanquecina nieve mientras que sus labios demostraban un intenso color rojo. Traía junto a ella un collar de plata junto con un rubí en forma de corazón en el centro. Su vestido de color negro era totalmente impresionante. En este se encontraban unos tipos de marcas parecido a runas.

Yo aún caía pero esta vez incluso más lento que antes. La lluvia finalmente se detuvo mostrando las gotas detenida por el aire. Finalmente me detuve y no por haber caído, sino porque me encontraba flotando en la mitad de la nada. Traté de moverme pero se me hizo imposible.

La chica pasó a mi lado mirándome con cierto interés.

—¿Así que tu eres a quién todos buscan desde hace un casi dos años?

Quería responder pero no lograba mover ningún músculo. Incluso mis pestañas se mantenían abiertas. La chica continuó caminando hasta quedar parada frente a mí. Poco a poco levantó sus manos hacia el cielo, yo observaba con atención lo que ella hacía. Bajó sus palmas juntas y de estas empezaron a brotar un brillo dorado. Sus marcas también empezaron a relucir con fuerza.
La chica lanzó aquel brillo dorado hacia el frente provocando que un líquido amarillo flotante se expandiera hasta formar algo parecido a una puerta.

—Vamos.

La chica me atrajó con sus dedos y yo en el aire empecé a seguirla. Yo no me movía, ella lo hacía. De pronto recordé la imagen de la daga en mi mochila, quizá esa sería mi única oportunidad de escapar.

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