5. Espada. (I)

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La cama de Rosie era suave y cómoda

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La cama de Rosie era suave y cómoda. La casa en esos momentos se encontraba en un gran silencio, y yo ya quería que se acabara. No quería estar en silencio, en esos momentos necesitaba desahogarme.

Rosie no se encontraba aún en su casa, pero la esperaba con ansias.

Trataba de mantenerme tranquilo pero simplemente no podía. El recuerdo del rostro de Michael al ser apuñalado por mí y la garganta de Luciana sangrando me provocaban náuseas. Me levanté y caminé por toda la habitación dando vueltas de un lado a otro.

Escuché la puerta abrirse y cerrarse.

Levanté mi mano para tomar de un jarrón y al instante visualice la sangre escurriendo de esta. El recuerdo de Leon cayendo muerto hizo que retrocediera.

El sonido de alguien subiendo provocó un miedo instantáneo en mi.

Me lancé asustado sobre la cama, extrañamente desde mi llegada a la casa de Rosie mis recuerdos habían empezado a carcomerme. Ni siquiera había tenido tiempo para pensar con exactitud sobre lo que pasaba realmente. La puerta se abrió lentamente, la daga escondida entre mi ropa salió al instante y la lancé contra quien entraba.

Mi amiga se agachó evitando que la daga impactara contra ella. Al mirar los ojos perdidos de Rosie yo solo la observé aterrado.

—Ricardo.

No dije ni una nada. Solo me acerqué hasta a ella para abrazarla fuertemente.

Las manos frías de Rosie tocaron con suavidad mi cuello mientras que yo agarraba de su cintura. Ella desconocía por lo que estaba pasando, pero necesitaba contárselo a alguien. A pesar de poder contárselo a Martín después de haber visto su recuerdo me parecía que ya no podía confiar tanto en él. Me había fallado al guardarme algo tan importante.

Yo no quería cometer eso con Rosie.

—¿Qué sucedió?

No dije nada. Después de las cosas que me habían sucedido en esos dos días lo único que necesitaba era un abrazo.

***

—¿Quieres contarme que pasó?

Aún me encontraba recostado sobre el estómago blando de mi amiga. El pasar del tiempo ni se había sentido. En ese imstante prefería mantener mis ojos cerrados, sentía un par de lágrimas recorrer mis mejillas pero no importaba porque sabía cual era la causa.

—¿Quieres saberlo?
—Realmente no. Pero como me preocupas sí.

Me levanté de su estómago y me senté para poder mirarla a los ojos.
—Rosie, creo que me estoy volviendo loco.
—¿De qué hablas?

Respiré profundamente antes de continuar. Si Rosie no me creía lo que diría probablemente nadie más lo haría.

—Demonios han tratado de asesinarme. Al igual que hombres lobos y brujas.

El Mundo de los Sueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora