29. Batalla Astral.

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Connor se acercaba cada vez más.

No podía evitarlo. La profecía estaba en lo correcto, ambos tendríamos que luchar.

—¿Daemon?
—No dejaré que te haga daño.

A pesar de que esperaba que sus palabras fueran ciertas, sabía que no era así.

Connor era alguien peligroso para todos. Las personas que conocían eran mucho más fuertes que yo y todos terminaron perdiendo la lucha.

Yo perdí también, y le di una forma de escapar a Connor llevándose a Alore junto a él.

No podía permitir que eso sucediera otra vez. Debía ganar la batalla.

—Es un gusto volverte a ver, Daemon.

Las manos del chico se encontraban rodeadas de una llama de color negra. Debía ser la energía oscura materializandose en una de sus formas.

—¿Dónde está Alore?

La mirada de Connor se dirigió a mí.

Los ojos de Connor continuaban mostrandose cafés, a diferencia de la última vez que lo había visto.

—Me gusta tu cicatriz, Daemon.
—Vete si no quieres que te mate...
—Lo has intentado tanto, que ya perdí la cuenta.

En la mirada de ambos se notaba desafío. Yo estaba a punto de caer desmayado.

Las peleas anteriores me habían debilitado tanto que a duras penas podía mantenerme de pie.

—Nunca te agradecí, Ricardo. Me facilitaste mi forma de huir.

Daemon me miró con incertidumbre mientras que yo apretaba con fuerza mi mano.

—Eres un maldito.
—He estado maldito desde el día en el que nací, Ricardo. Justo como tú.
—¿A qué te refieres?

Daemon me detuvo con su mano para que no pudiera acercarme a Connor.

—Las profecías también son consideradas maldiciones. Esa es la razón por la que héroes como yo, terminan convirtiéndose en monstruos.

Miré a Daemon quien no se veía sorprendido.

—Muere como héroe. O vive lo suficiente como para convertirte en el villano. ¿Prefieres la muerte, Ricardo?
—No hago esto para ser un héroe.

Sin más, abrí mis manos y lancé contra Connor una llamada de fuego. Él se defendió, utilizando el aire a su favor.

—Te has vuelto mejor. Pero no lo suficiente.

Connor lanzó contra mí una gran llamarada y yo por mi parte me quedé atonitó.

Daemon se interpuso entre ambos y levantó su mano, sin embargo fue muy lento y recibió el golpe de Connor.

—¡Daemon!

El chico se encontraba tirado en el suelo con una gran quemadura en sus brazos y cuello.

—Entregate y prometo no lastimar a Daemon...

Levanté mi espada y la lancé contra él, pero solo moviendo su mano esta desapareció.

Me acerqué con rapidez y traté de atacarlo con golpes comunes. Connor bloqueaba cada uno de los ataques que soltaba y aprovechaba mi lentitud para atacarme.

Por más entrenamiento que había recibido con Rachel y con Meltrigor no podía defenderme. Era inútil.

Caí al suelo mientras Connor sonreía.

—Tu hermana era una mejor luchadora que tú.
—¿Qué?
—Cuando ella me golpeaba, sentía que tenía un oponente. Contigo ni siquiera tengo que esforzarme.
—¿La conocías?

El Mundo de los Sueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora