7. Demonios (I)

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—Mierda

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—Mierda.

Cerré la puerta de mi casa y luego me tiré sobre el suave cojín.

Me encontraba totalmente exhausto. Ir a mi entrenamiento me había dejado sin ánimos de nada. A pesar de que no haya sentido ganas por ir tenía que hacerlo, no quería que los demás pensaran que eran un vago.

《A pesar de que sí lo era.》

Apreté mi mano contra mi espalda tratando de aliviar el dolor que sentía pero sin ningún éxito. En estos tres días mi cuerpo había sido lanzado y golpeado tanto que incluso me dolía caminar a veces. Pensé en ducharme pero el recuerdo del día anterior azotó mi mente reteniéndome en el sillón. Si eso me sucedía una vez más posiblemente moriría.

Me levanté del sillón dirigiéndome a la cocina en busca de hielo cuando me percaté de la daga tirada en el suelo. No era posible que la daga se encontrara tirada porque perfectamente recuerdo haberla escondida en mi habitación.

—Genial.

Al instante tomé de la daga y salí corriendo hacía mi habitación. Subía los escalones de dos en dos para demorarme menos, tenía que llegar rápido. La puerta de mi habitación se encontraba cerrada pero algo me decía que había algo dentro. Con terror y algo de entusiasmo abrí la puerta encontrando como todas mis cosas habían sido tiradas.

Miré fijamente como la libreta roja estaba tirada junto a la foto con mi hermana. Me agaché de inmediato a recogerla, sujeté la foto entre mis brazos y por un momento no quería soltarla.

Un ruido en el salón me obligó volver a la realidad. Dejé la foto sobre mi cama mientras en mi mano la espada crecía con rapidez.

Al llegar al salón no encuentro a nadie pero la puerta que conducía hacía el sótano empezaba a abrirse lentamente. Había prometido a mi mismo no volver a bajar por cuenta propia pero tenía que averiguar qué sucedía.

《Curiosidad asquerosa.》

Bajé tratando de ocultar mi miedo pero no por eso no sintiéndolo. El lugar me aterraba, desde siempre, y con lo que había sucedido días atrás era incluso más terrorífico.

Al llegar abajo esperaba encontrarme con alguien o con algo pero no había ni siquiera una mosca moviéndose por el lugar.

《Debe estar en la cocina —me dije.》

Estaba seguro de que alguien estaba en la casa. Y tenía perfectamente una idea de quién podía ser. Subí una vez más aún apretando con fuerza la espada temiendo que cualquier cosa sucediera de repente y una vez más cayera contra el suelo. Milagrosamente eso no sucedió. Ningún fantasma me atacó esta vez.

Al encontrarme arriba sentí una fuerte presión en mi pecho que me impedía respirar. Tiré mi espada al suelo mientras caminaba buscando aire. Al fin de unos segundos noté que alguien se burlaba de mí.

El Mundo de los Sueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora