27. Dragones y Ángeles.

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Daemon tenía una inmensa fiebre. La herida que sufrió gracias a su espada fue un gran corte que gracias a la ayuda de Meredith —una chica que conocí en este reino— el sangrado se detuvo y pudimos curar la herida por un momento.

Creí que se había revisado en el momento en que llegó aquí pero al parecer me equivoque.

Meltrigor no se encontraba con nosotros. Estaba buscando a un mago Curen, no sólo para Daemon. También para aquella chica que estaba bajo el encantamiento de Dragón.

No tuve tiempo para conversar porque a pesar de que frené algo la caída de Daemon sufrió un gran golpe.

—Estarás bien, amigo.

Él trató de sonreír pero su sonrisa era parecida más a una mueca.
Miré su cuerpo el cual estaba expuesto ante mí. Yo lo observaba con asombro y cuidado.

No lo había visto de esta forma antes. Bajé con las yemas de mis dedos desde la mitad de su cuello.

Pasé lentamente y con suavidad la mitad de su pecho y llegé a su abdomen. Al llegar a este sentí como su respiración se ha vuelto agitada.

Debía ser por la herida.

Seguír con mis dedos recorriendo su abdomen hasta finalmente llegar a su herida y acariciarla.

Él soltó un quejido que me hizo reír.

—Eres un idiota. Debiste revisarte esto antes.
—Las cosas aquí estaban muy...

Llevé mi dedo pulgar a sus labios yendo de arriba hacia abajo.

—No hables.

Acaricié su barbilla con delicadeza. Sentíbun ligero cosquilleo al sentir su rostro rasurado.

Daemon me miró a los ojos y yo devolví la mirada.

Me quedé aún sobando su barbilla mientras lo miraba. Sentí algo que cosquilleo mi cuerpo diferente al entrenamiento o al fuego.

Era una sensacion indescriptible.

Sus ojos oscuros me miraban fijamente como si quisieran conocer mi alma.

Por un momento me olvidé de mi alrededor.

Olvidé que Daemon continuaba sangrando.

Olvidé que un dragón se encontraba confundido.

Olvidé que era el chico de la profecia.

Sólo que no pude olvidar de Leroy. Comencé a tener aquellos sentimientos por él.

O algo muy parecido.

Me levanté y dejé de tocar a Daemon. La mirada del chico me demostró confusión.

Meltrigor entró junto a un señor con un par de prendas de vestir. Yo los miré a ambos. Meltrigor me indicó que lo acompaara afuera de la habitación.

Di una ultima mirada a Daemon y salí de la habitacion cerrando la puerta.

—¿Es el Mago Curen?

Meltrigor asintió.

—Tantas cosas han sucedido. Mi padre está desaparecido. Este castillo está destruyendose. No sé como guiar a este maldito Reino.

Se veía desesperado.

—Y si no lo encuentran pronto me convertire en el Rey y yo... soy un asco.

Meltrigor tapó con sus manos su rostro y se apegó a la pared. Me acerqué a él tratando de consolarlo pero me apartó.

El Mundo de los Sueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora