12. Veronica(II)

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Mi espada relucía en mi cama mientras yo la observaba fijamente

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Mi espada relucía en mi cama mientras yo la observaba fijamente. Era tan hermosa que me sorprendía y me alegraba de que fuera mía. 

"La destrucción en forma de fuego."

Me levanté y salí de la habitación dirigiéndome a la cocina. Las palabras de Alec aún seguían en mi mente a pesar de que habían pasado horas desde aquel raro incidente.

No logré ni siquiera bajar las escaleras porque algo raro sucedió.

La puerta de la habitación de mi hermana se abrió lentamente hasta haber quedado completamente abierta.

Quería seguir caminando hasta la cocina, pero en vez de eso entré en la habitación de Verónica. Había vuelto a mi vida como un molesto fantasma y necesitaba averiguar por qué.

Me senté en la cama.

Era la misma que ella y yo solíamos compartir. Me recosté y esperé que llegara a mi lado.

Verónica atravesaba mucho más mi mente cuándo miraba sus cosas. Era raro. El fantasma de mi hermana era extraño.

Respiré profundamente con miedo en cada respiración. Siempre lo habíamos hecho de esa forma.

Cuándo Verónica había muerto me reconfortaba estar en su habitación. Su cama era el lugar donde usualmente lloraba desconsoladamente.

Mis padres nunca se habían enterado de eso.

Luego de un par de veces de llegar y llorar había sentido un ligero rose y luego la imagen de mi hermana había aparecido.

No me importó si era ella realmente. Simular que la veía era suficiente.

Parecía buena para mí. Me reconfortaba y me ayudaba. O eso creí hasta que crucé los límites y entendí que su fantasma no era algo bueno.

Me deshice de eso.

Y ahora necesitaba verla con ansias.

No llegó. Repetía lo que siempre hacía cuándo necesitaba verla pero esta vez no funcionaba.

《Quizá si miró otras de sus cosas.》

Me levanté y empecé a mirar sus cosas. Libros, cuadernos y maquillaje. Había empezado por lo menos útil.

Dejé todo dónde estaba y en vez de eso me miré en el espejo. Una foto colgaba justo en la esquina del marco lo que provocó algo de nervios.

Me parecía mucho a ella. Demasiado.

Mi cabello café era demasiado parecido al de ella. A su color natural. Cuando tenía quince años decoloró su cabello y lo pinto de rubio.

No podía decir que no le quedaba bien, porque le quedó excelente. Era hermosa, con cualquier cosa que se ponía ella quedaba bien.

El Mundo de los Sueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora