30. Verdades descubiertas.

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Seguía sin entender cómo aún me encontraba con vida. Tantos los golpes con la energía oscura y las cuchilladas simplemente hizo que me sintiera humillado.

Vi una etapa diferente tanto de Connor como de Daemon. Su forma astral.

Lo había visto en un par de películas, el desdoblamiento de cuerpo pero no cuando ellos se encontraban conscientes.

Sacar su alma de su cuerpo mientras lo utilizaba no era algo que se deba realizar con facilidad. A Connor parecía no afectarle.

Daemon ya no podía seguir caminando, lo que implicaba que debíamos detenernos los dos. Ya que él estaba siendo mi soporte.

La única forma de seguir nuestro camino era utilizar la última semilla. Se había convertido en una emergencia por lo que no la desperdiciaría tanto.

A pesar de haber tratado de quemar mi herida, esta continuaba sangrando.

—No iremos al Deimo en ese estado.
—¿Por qué no?
—A pesar de que todos estén muertos, los espíritus no dudaran en llevarte si te encuentran en ese estado.

Genial, mi viaje se retrasaría más entonces. Para ser sincero había perdido la cuenta del tiempo que había estado fuera de casa.

Luego de conocer la verdad de mi hermana todo se esfumó dejando en mi mente solo un pensamiento.

—Déjame descansar por un instante, luego seguiremos caminando.

Daemon se acostó en el pasto verde y yo me acerqué a él.

—Mira esto.

Levanté mi camiseta dejando a la intemperie mi abdomen herido.

El chico se sorprendió de mi herida tanto que se puso pálido en unos instantes.

—Vamos a tener que seguir entonces.

Daemon caminó dirigiendonos a ambos.

El sol resplandecia con fuerza, esta vez de color amarillo, cansandonos incluso más.

La pelea y mi cansancio aún no me habian permitido pensae en el suicidio de aquel chico. Me dejó sorprendió y con miedo.

Desearía que no lo hubiese hecho.

—¿A dónde vamos, Daemon?
—Conozco un lugar donde descansar por un rato.

La voz de Daemon era distinta a la de hace un par de días. Después que Connor mencionara a Jane indirectamente él se puso mal.

Traté de mantenerme de pie a pesar de que la herida cada vez me dolía más.

Tanto tiempo y esfuerzo entrenando para que Connor me destrozara en una pelea.

Era ridículo.

***

Mis pies ya ardían de tanto caminar y mis ojos pesavan ante el cansancio.

El sol había disminuido y poco a poco empezaba a esconderse.

El lugar que Daemon diji conocer al parecer no se encontraba tan cerca como creía. Ya no sabía ni siquiera en donde estamos, pero los árboles habían vuelto a aparecer al igual que diferentes animales.

Pregunté un par de veces para saber donde nos encontrabamos pero la respuesta que recibía era el silencio.

Intenté una vez más.

—Es tierra de nadie, Ricardo.

Ambos guardamos silencio una vez más.

Tierra de nadie. Me imaginaba que alguna vez gente la poblaba todo el lugar, quizá.

El Mundo de los Sueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora