25. Sangre de Príncipe (II)

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Mientras caímos, no solté para nada la mano de Daemon. Ambos debíamos estar pensando en ir a Emerald.

Lo único que tenía en mi mente en esos momentos era aquel Reino. Trataba de imaginar que tan reluciente era, sus casas, y lo que más pensaba era en el Castillo.
Trataba de recordar detalladamente aquella habitación en la cual estuve en el cuerpo del príncipe.

Era de color verde y la pared era hecha de esmeralda. Me concentré lo más que pude.

Sentí como caí al suelo de una manera fuerte. Daemon cayó sobre mí y yo me sentí aplastado. Lo quité de encima de mí, riendo.

—Finalmente estamos en Emerald, ¿cierto?

Regresé a ver al chico quien se encontraba sujetando su estómago. Me senté abruptamente y miré a Daemon. En su estomago se encontraba clavado una gran espada de color negra.

—Dios mío, ¿qué te sucedió?

Me acerqué a él y miré su herida. Él tenía una gran sonrisa en su rostro a pesar de estar herido.

—No te preocupes. Estaré bien.

¿Cómo podía decir eso? Tenía una maldita espada en su estómago.

—Tenemos que llevarte a un doctor.

Agarré a Daemon de sus manos y lo ayudé a levantarse. Lo agarré e hice que colocara su brazo sobre mi hombro para poder ayudarle.

Empecé a caminar sin ninguna dirección. Suponía que para estos momentos ya nos encontramos en Emerald. Y teníamos que llegar al castillo pero no podría llevar a Daemon en este estado.

—Oye Rick. Sabes que en Rsomnus no existen los doctores, ¿cierto?

Para ser sincero eso era una información que desconocía.

—Los doctores aquí son los magos o brujas Curen, ellos son los especializados en magia de curación.

Seguí caminando. A lo lejos lograba divisar una cabaña de madera, si llegaba ahí quizá podría pedir ayuda...

—¿Cómo los encontramos?

Daemon cada vez empezaba a hacerse más pesado. Con las pocas fuerzas que a mí me sobraban trataba de llevar a Daemon a la cabaña.

—Debemos llegar a alguna de sus casas. De ninguna otra forma.

Demonios. Había una mínima probabilidad de que aquella cabaña sea de un mago Curen.

Las estrellas iluminaban el lugar aunque me sentía guiado ante aquellas linternas que se encontraba detrás de la casa.

Regresé a ver a Daemon quien cada vez lucía más cansado.

—¿Cómo te sucedió eso?

Él respiró lentamente y me explicó.

—Antes de saltar contigo tuve una pelea con un demonio, él logró clavar mi espada en mí. Para mi suerte tú me jalaste dentro del portal. Aunque este consumió mucho más mi energía. Traté de no dormir mientras caíamos porque si lo hacía podría haber terminado en el limbo.

La cabaña cada vez estaba más cerca. Mis piernas ya empezaban a temblar haciendo que me esforzara más en llegar junto con Daemon.

Llegamos y rodeamos la casa yendo a la puerta. Di dos ligeros golpes a la puerta esperando que alguien nos abriera.

El tiempo pasaba y nadie abría la puerta. Toqué una vez más y empecé a suplicar para que nos abrieran.

De repente la puerta se abrió indicando a una señora parada frente a nosotros.
Su cabello rojo se encontraba amarrado en una coleta y puesto en su pecho para que reluciera más. Aunque para ser sincero ella no parecía tan mayor.

El Mundo de los Sueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora