26. Poderes (I). + Feliz Navidad.

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Un intermitente sonido en mi oído sonaba constantemente. Veia a Daemon hablando pero no lograba escucharlo. 

Traté de sentarme pero al hacerlo me mareé lo que hizo que me tirara al suelo una vez más.

Traté de recordar lo sucedido.

Todo un piso en el Castillo de Esmeralda explotó por lo que junto con el príncipe tuve que saltar por la ventana antes de que explotaramos.

Luego utilicé mi telequinesis para salvarnos.

—Aún no escucho que me agradezcas, Rizos.

Me levanté cerrando mis ojos. Tenía  ganas de vomitar.

—¿De qué hablas?
—Eres fuerte. Pero yo detuve su caída.

Y así, me sentí un completo inútil.

—No escuches a Daemon. Si no hubiese sido por ti, habría explotado en esa habitación.

Miré a Daemon quien me guiñaba el ojo con una sonrisa en su rostro.

—Gracias por salvarme Ricardo.

Miré al príncipe.

A diferencia de los demás él traia puesto un traje digno de cualquier rey. Además de una pequeña corona que no se había despegado de su cabeza a pesar de haber saltado desde lo que imaginaba más de diez pisos.

Me levanté corriendo y me acerqué a un árbol. Traté de respirar pero sengia algo que me carcomía por dentro haciendo que no pudiera respirar.

A pesar de que quería evitarlo no puedo. Empecé a vomitar en el suelo. Era una sensación asquerosa que nunca me había gustado. Vomité a chorros en el suelo.

Me agarré del árbol y me aferré a este. Una vez más todo se encontraba borroso. Miré a Daemon quién se acercó corriendo hacia mi.

Mi mareo aumentó y mis manos perdieron su fuerza haciendo que soltara el árbol. Caí al suelo pero no sentí nada.

***

—¿Estaremos bien?
—No lo sé.

Mi hermana sujetaba mi mano con fuerza.

—Prometeme algo Rick. Tienes que hacer todo lo posible para detenerlo.

La miré. Sus ojos ya no tenían el mismo brillo que usualmente. Ella ya no me hacía tan feliz como antes.

—Te lo prometo Verónica. Te prometo que lo detendre, y nada ni nadie podrá pararme.

Mi hermana empezaba a llorar.  Me acerqué a ella y la abracé fuertemente. Su olor aún impregnaba tanto en su piel que no pude resistirme y empezar a llorar.

—¿Estarás bien?

Me separé de ella y la miré al rostro.

—Estaré bien hermano. Lo prometo.

Mi hermana se levantó y me miró.

—Lo prometo.

***

Una luz radiante iluminaba mis ojos. Abrí lentamente los ojos viendo a un chico a mi lado.

Los ojos oscuros de Daemon se encontraron con los míos. Agarré las sábanas blancas y las acomodé.

Le di una ligera sonrisa la cual él me devolvió.

—¿Cómo amaneciste?

Me acostumbré a la fuerte luz y observé a Daemon. Ya no traía la chamarra de cuero puesta. Ahora lo único que tiene puesto era una camiseta negra.

El Mundo de los Sueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora