16. Enfrentaciones. (II)

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Atravesé la puerta de cristal y subí por las escaleras.

Una extraña sensación recorría mi cuerpo. Una sensación que hizo que sintiera escalofríos. No entendía por qué.

Estaba subiendo las escaleras de dos en dos hasta que finalmente llegue a la habitación en la cual Rachel se encontraba casi siempre.

Abrí las puertas viendo a la chica moviendo un pedazo de hielo de un lado a otro.

—Rachel.

El pedazo de hielo cayó al suelo quedándose en mil pedazos.

—No te di autorización para entrar. ¿Cómo llegaste hasta aquí?
—Tuve que dormir a los guardias.
—Así que ya estás usando mejor tus poderes.
—Sí...

Rachel tenía un vestido algo corto junto con un escote que la hacía ver de maravilla. No dije nada más, sólo me acerqué.

Ella hizo lo mismo haciendo que ambos terminaras frente a frente mirándonos.

Coloqué mi mano en su cuello y la atrajé hacia mí dándole un beso. La agarré con fuerza y la empujó contra la pared.

Ella se sujetó de mi cuello mientras me besaba.

Desde que había llegado nunca había pensando en ninguna cosa sexual pero ahora viendo como Rachel estaba no podía evitarlo.

Mis manos se deslizaban por la espalda de Rachel tratando de desatar las cuerdas de su vestido.

Ella levantó y quitó me camisa tirándola al suelo.

Su vestido cayó dejándola unicamente en ropa interior. La besé con lujuría en el cuello mientras ella clavaba sus uñas en mi espalda.

La empujé contra el escritorio mientras ella bajaba de golpe mi pantalón.

Lentamente empecé a bajar poco a poco por su cuello pero volví una vez más a sus labios.

Abrí los ojos y la miré.

《¿Qué estoy haciendo?》

Me quité de encima de ella recogiendo mi ropa. No la deseaba, o por lo menos no en ese momento. Había llegado con otra intención.

Rachel movió su cabeza y luego reaccionó.

—Tu maldita ropa tiene un hechizo de atracción.

Rachel se tapó con sus manos.

Busqué en mi mochila cualquier ropa y me la puse inmediatamente. Miré a Rachel, quien ahora, ya tenía puesto su vestido y se encontraba pensando.

—¿Dónde encontraste esa ropa?
—Venía a hablarte exactamente de eso. Una sirena me atrapó y casi me mata.
—¿Una sirena?

Asentí.

—¿En mi reino?
—Pues sí.

Rachel movió su cabeza con preocupación.

—No, no.
—Rachel, ¿qué sucede?
—Quiero que me cuentes con exactitud lo que pasó.

Conté con detalles todo lo que me sucedió en el río y ella me miró con rabia.

—¿Tocaste esa maldita alga?
—Sí.
—Demonios.

Rachel se acercó a mí.

—Lo siento.
—¿Por?
—Por esto.

Rachel clavó una daga en mi hombro. Retrocediendo con rapidez.

—¿Qué demonios te suce...?

Me detuve. No podía moverme.

El Mundo de los Sueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora