13. La última noche.

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Estaba justo en el mismo lugar en el cuál Daemon me había regalado mi espada

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Estaba justo en el mismo lugar en el cuál Daemon me había regalado mi espada.

No se encontraban dos lunas como antes ni tampoco el cielo brillaba con tanta claridad. Una pena. El panorama que había tenido ese día era maravilloso pero no pude disfrutarlo como hubiese querido. Ni tampoco creí que lo disfrutaría en mucho tiempo.

Respiré con fuerza mientras miraba las olas del mar impactar contra un par de rocas que se encontraban cerca.

Daemon no estaba cerca pero eso no parecía importante en ese momento.

Lo único importante era que necesitaba dormir para alejarme de aquel fantasma.

Al menos funcionó.

—¿Llevas mucho tiempo esperando?

La voz de Daemon sonó detrás de mí.

No giré. Preferí seguir mirando las olas esperando que él se sentara a mi lado.

—Un poco.

《¿Y me extrañaste?》

No habló.

Mi mente había escuchado las palabras del chico, sin embargo él no las había pronunciado. Podía hacer eso debido a la conexión que dijo que teníamos.

—Un poco.

Daemon se sentó a mi lado y me miró.

—Sé que me extrañaste más de lo que dices.

Sonreí.

—Nuestra conexión debería decírtelo.
—Algo así. Pero no me dice nada de lo que pasa por tu mente.
—Si te esfuerzas creo que podrías leer lo que pienso.

Estaba diciendo cosas que no tenían sentido pero que podrían ser ciertas.

La conexión entre ambos era algo que no sentía y que ni siquiera podía decir si era cierta.

Sentía la conexión entre mi espada pero con Daemon no había nada.

—Podría ser.
—Entonces esfuerzate y dime lo que pienso.

Dejé que pensara por unos minutos y yo seguí mirando el lugar.

No tuve que esperar demasiado para que Daemon me respondiera. Él se había arrastrado hasta quedar frente a mí impidiendome ver.

Su rostro tenía una gran herida de lo que parecía una daga en su mejilla.

—¿Qué te paso?

Instantáneamente toqué su rostro con suavidad sintiendo la herida.

Daemon cerró los ojos mientras yo continuaba acariciando su mejilla. El corte era tan largo que llegaba hasta la comisura de su labio.

Deslice mi dedo tan lento que Daemon parecía estar disfrutando lo que hacía.

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