8. Bienvenido Alec.

55 13 3
                                    

No había forma de salvarme

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No había forma de salvarme. Aún no entendía que sucedía conmigo y por qué continuaba con vida.

《Magia.》

La palabra "magia" se repetía una y otra vez al no sentir algún tipo de dolor en mi herida. Era un corte demasiado profundo como para que un doctor pudiera salvarme la vida a tiempo. 

La luz del sol ya resplandecía en mis ojos pero yo no quería moverme.

Quería averiguar por qué aún seguía con vida. Y la única que podría decirme aquello era Rosie. Quería despertarla para descubrir de una vez por todas como aún seguía con vida pero tenía miedo a lo que pudiera decirme. 

Me aferré un poco más a mi acompañante para luego acomodarme. 

Rosie empezaba a moverse indicándome que ya estaba despertando. Tendría que preguntárselo. Tenía que saber cómo la herida había desaparecido sin dejarme siquiera una cicatriz o marca. 

Sin darme cuenta Rosie retiró mi brazo de encima de ella para poder levantarse. Yo observaba lo que hacía aún con acostado. 

《Tienes que preguntárselo ahora.》 

Estando lo bastante despierto me levanté de la cama y la confronté. Nos quedamos viéndonos el uno con el otro por un rato hasta que me decidí a hablar.

—Rosie.

Mi amiga sonrió y volvió a sentarse en la cama.

 —Rick, despertaste.

—¿Qué ha pasado?

—¿De qué hablas?

Toqué debajo de mi camiseta asegurándome que la herida había desaparecido. Aún sentía como la espada me había atravesado por lo que estaba seguro de que eso no fue un sueño.  Incluso el dolor y el ardor que había sentido momentos antes de cerrar los ojos se encontraban en mí como una sensación molesta.

—Rosie. Dime la verdad.

La chica levantó una ceja con una mirada seria.

—No sé de lo que hablas Rick.

Sus ojos se chocaron con los míos. Yo no bajé la vista a pesar de que los ojos castaños de Rosie eran tan intimidantes. No tantas personas lograban hacer que me intimidara. 

—Deja de mentir.

Rosie negó una vez más. Sus ojos me demostraron que ella mentía. Cualquier cosa que halla sucedido debió ser lo suficientemente peligroso y arriesgado para que no fuera capaz de contarme. 

—Háblame otra vez cuando estés dispuesta a decirme la verdad.

Enojado, di media vuelta y salí de la habitación. Escuché los gritos de Rosie llamándome para que volviera pero yo hice caso omiso. 

El Mundo de los Sueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora