Gran parte de la oscuridad finalmente había consumido al Reino.
Solo que no me refería a ninguna niebla extraña, hablaba acerca de la noche.
Finalmente había atardecido y yo aún me encontraba cabalgando junto con Leroy para llegar al castillo Real.
Leroy se sujetaba de mí por poco desmayado. Yo ya no sabía cuanto más podía permanecer consciente. En mi mente todo ya estaba dando vueltas como en un carrusel.
El miedo que había sentido al cabalgar en el caballo por primera vez había desaparecido. En estos momentos lo único que sentía era agotamiento y nervios.
El caballo se encontraba tan cansado como nosotros. Me parecía que falta muy poco para llegar, aún que realmente no lo sabía. Leroy no estaba en capacidad de responderme eso.
El camino se encontraba iluminado por faroles lo que hacía que pudiera viajar con mayor facilidad y sin perderme.
Leroy de vez en cuando se levantaba y miraba a su alrededor para volver a caer sobre mi hombro.
Leroy cada vez estaba peor. Toqué con mi mano su frente sintiendo como hervía. Lo que sea que le haya sucedido hizo que decayera rápidamente.
Hacía mis mejor intentos por apresurar al caballo pero él ya no podía tampoco. No iba a obligarlo.
No sabía que hacer.
Ni siquiera podía bajar y quedarme por los alrededores ya que en tanto más avanzaba el camino iba desapareciendo llenándose nada más que de árboles y plantas que cubrían todo.
*
A lo lejos diviso una luz. Estoy llegando, el caballo ya da pasos lentos, ya no puedo exigirle más al pobre animal. Bajo del caballo junto a Leroy, podre utilizar un hechizo de teletransportacion para llegar a la entrada del castillo.
Me concentro, y pienso bien en lo que haré. Cuando utilice el hechizo me debilitare más de lo normal y entonces lo unico que podre hacer es confiar en que ambos reyes nos dejen entrar en sus puertas.
Visualizo el lugar poco a poco, no puedo equivocarme. Digo el hechizo y luego de mis manos una luz color naranja empieza a aparecer. Hago que nos envuelva.
Caemos en las puertas del castillo. Dejo de sujetar a Leroy cayendo al suelo.
Me quedo mirando y oliendo la tierra. Mis brazos y piernas se encuentran lo suficientemente débiles como para sostenerme. Di la vuelta y al instante dos guardias aparecieron frente a nosotros.
A pesar de toda la oscuridad de la noche sus espadas doradas no paraban de brillar.
—¿Quiénes son?
Traté de pensar en lo que diría antes de caer desmayado. Si decía mi nombre podía ser peligroso.
No más opciones que decir el apodo el cual me habían dado las personas en este mundo.
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El Mundo de los Sueños.
FantasyPara Ricardo Ross la vida no le ha parecido fácil. Después de la muerte de su hermana sintió como su estabilidad mental desapareció justo como todos sus amigos y personas que lo rodeaban. Él únicamente quería mantener una vida normal pero sus deseos...