Recomendación para escuchar mientras lees este capÃtulo:  "Love Rollercoaster"- Red Hot Chili Peppers
FIJACIÓNÂ
¿HabÃa algo mejor que amanecer junto a esa persona que despertó todas esas emociones que estaban dormidas en tu interior?, una joven se removió bajo las sabanas para abrazar al hombre que le estaba dando la espalda para depositar un beso en su hombro.
Minutos después él se giró hacia ella precostándose en su pecho, aún seguÃa entre sueños y Julieta no tenÃa ninguna prisa en despertar a Sebastian, después de todo adoraba esos momentos donde él estaba inconsciente y ella podÃa mimarlo a sus anchas.
Se hizo un pequeño lugar en el cuello de su amante y se percató de algo nunca habÃa notado.
OlÃa a ella, esa mezcla única de su esencia, su perfume y crema corporal que ahora llevaba la piel de su compañero de cama.
Ya habÃa notado que el perfume de Sebastian siempre se quedaba en su cuerpo y le agradaba sentirlo cuando se subÃa al bus que la llevaba hasta su casa, era como si la acompañara en ese pequeño trayecto donde rememoraba todo lo ocurrido en la noche anterior.
Se quedó ensimismada por su nuevo descubrimiento, ellos tenÃan su propia fragancia, esa mezcla de su perfume, el de ella y el olor que desprendÃa ese aceite para masajes que a veces usaban, ¿ese era aroma a sexo?, definitivamente no, esto era algo más que carnal, una sensación que habÃa esperado veintitrés años para experimentar, y gracias a un sueño el universo la animó a intentarlo.
-Buenos dÃas.
Murmuró Sebastian desperezándose y ella apartó sus brazos observándole despertar.
¿Por qué no podÃa hacerlo como la mayorÃa de las personas del mundo?, su rostro estaba fresco y solo un poco adormilado, no habÃa comparación con la cara de Julieta por las mañanas, sus ojeras kilométricas, su cabello revuelto y su aparente mal humor mañanero que extrañamente no aparecÃa cuando se quedaba a dormir junto a Sebastian.
La chica lo miró sonriendo y notó como la mirada de Sebastian cambiaba de tranquila a pervertida en un fugaz segundo.
Con solo un ligero movimiento de su mano ya estaba tocando la intimidad de la joven con sus dedos largos y finos de increÃble destreza y esa experiencia que lo caracterizaba hizo que Julieta no demorara mucho tiempo sin comenzar a jadear.
El hombre la volteó y se acomodó detrás de ella mientras seguÃan acostados.
Esa forma tan tierna de acurrucarse era otra primera vez para su aprendiz, ella sabÃa lo que iba a suceder de un momento a otro.
Las agiles manos de Sebastian recorrieron en blanquecino cuerpo de su joven amante apretando suavemente sus pezones y después bajó por su vientre más hacia el sur volviendo a torturar ese botón de placer que tantos ruidos le provocaba a su boca.
La erección de su amante estaba pegada a sus nalgas y luego se abrió paso hasta llegar a su sexo e introducirse con parsimonia.
Esta nueva posición era increÃble, la conexión emocional estaba a flor de piel y Sebastian jugaba con su cuerpo mientras le depositaba suaves besos en el cuello.
¿Por qué cada vez esto era mejor? Se preguntó escuchando la respiración agitada de su amante quien la estaba poseyendo de una manera delicada y tranquila, eso no querÃa decir mucho menos pasional.
Una vez que Julieta llegó al orgasmo y se recostó en el pecho de su maestro pensó que ahora si tenÃa una posición favorita: esa.
La muchacha sabÃa que, aunque su vida fuese un caos entre los estudios y las practicas el hombre con el que estaba saliendo tenÃa una vida mucho más agitada, trabajar en tres lugares, componer y además dar conciertos. Si fuese por ella se quedarÃa en la cama por siempre pero luego de un excelente mañanero, un poco de charla y un par de mimos sabÃa que debÃa partir.
Observó como su amante se ponÃa de pie y comenzaba a dar vueltas por la habitación corriendo las cortinas, eligiendo ropa y mirando de vez en cuando como un par de ojos cafés lo perseguÃan en cada movimiento.
- ¿Te diviertes?
Preguntó sentándose en la cama con una sonrisa al ver que la muchacha despeinada no querÃa moverse de su cama.
-Estoy admirando mi trasero favorito.
Murmuró la joven y él se rio, Julieta salió de debajo de las sabanas y recostó su cabeza en el regazo de Sebastian buscando un par de mimos que le diesen suficiente fuerza para despegarse de la almohada.
-Voy a darme una ducha, ¿quieres venir?
Los ojos de la chica cambiaron de expresión, pasó de estar cansada a muy despierta.
-Si.
Dijo sonriendo y siguiendo a su amante con entusiasmo para verle abrir el grifo y acomodar unas toallas para cuando salieran del baño.
Entró a la ducha y pudo deleitarse con las gotas que quedaban en la piel del músico, luego hacÃan un pequeño recorrido y después se perdÃan en el suelo.
No sabÃa por qué pero estar a plena luz del dÃa en un lugar no tan espacioso y haciendo algo demasiado intimo le dio vergüenza, algo que nunca antes le habÃa sucedido
Estar tan expuesta la hizo ruborizar, pero no trató de cubrir su cuerpo desnudo, como cuando estuvieron juntos por primera vez trató de concentrarse en la belleza de Sebastian y en las cosas nuevas que experimentaba a su lado.
El hombre buscó los labios de la mujer y esta tuvo que ponerse de puntitas para corresponderle algo que le dio mucha gracia mientras trababa de mantener el equilibrio.
Sebastian se separó del abrazo y la observó de una forma en la que la muchacha tuvo que hiperventilar.
Miraba su piel con una fijación que no habÃa visto antes y cuando tocó sus pechos esta sonrió.
-Me encantan, son tan firmes.
Dijo él y si aún le quedaba un poco de vergüenza la misma desapareció con esa frase.
Tomó la esponja y el jabón, una vez que se hizo espuma comenzó a pasarla por la piel de su amante y luego le dio la vuelta.
Julieta vio la excitación de su acompañante y al instante ella también sintió esa sensación, querÃa que la poseyera ahà mismo, estaba acumulando muchas primeras veces.
Apoyada en los azulejos de la pared la joven gemÃa con cada embestida de su amante, esta posición la enfrentaba a un gran desafÃo que era mantener el equilibrio sin perder la cabeza.
Realmente era difÃcil ya que cuando hacÃan el amor no podÃa pensar en casi nada más que en la sensación de estar piel contra piel.
Una vez que fue satisfecha miró sus manos, estaban rojas y sus nudillos blancos por la fuerza ejercida, le dolÃan un poco, pero eso no le importaba ahora.
Se inclinó hacia el suelo para ponerse de rodillas y con su boca volvió a complacer a su maestro hasta que dejó de escuchar sus jadeos de placer.
Una vez que terminaron volvieron a dejar que el agua cayera sobre sus cuerpos, Julieta abrazó a Sebastian y ambos salieron hacia afuera para tomar las toallas.
-Me gustó mucho esto de la ducha.
Dijo Julieta observando como Sebastian se secaba el cuerpo, otro deleite para su vista.
-Otra primera vez.
Respondió él guiñándole un ojo.
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El Maestro del Sonido
RomanceJulieta es una joven estudiante de abogacía con persistentes sueños de cambiar el mundo. Astuta, ansiosa, filantrópica, feminista, gran devoradora de libros y con creencias filosóficas sumamente definidas la chica construía su propi...