Recomendación para escuchar mientras lees este capítulo: "Love Sex Magic"- Ciara ft. Justin Timberlake
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SUMANDO A LA LISTA
Si Julieta iba a la casa de Sebastian con unas ganas locas de volver a encontrarse ahora estaba más que entusiasmada.
Él le había dicho que quería verla, de verdad, ¿estaba siendo una buena aprendiz?, sus pensamientos revoloteaban mientras las paradas que faltaban para llegar a apartamento del músico se acortaban.
¿Cuántas veces se habían visto este mes?, más de las que alguna vez se imaginó, era algo novedoso, pasional y absolutamente divertido. No había ningún hombre como Sebastian Fuentes Otero.
Descendió del bus y el joven la esperaba fielmente en la acera. La muchacha bajó, le dio un efusivo beso y caminaron hacia la casa del chico.
-Estás lindo.
Musitó Julieta y por más que la calle estuviese oscura no la veía de una manera taciturna, caminaba junto al hombre que le había mostrado esa parte del universo que hasta entonces desconocía.
No se había arreglado para nada, su cabello estaba recogido en una coleta, llevaba unos jeans y una remera deportiva, aun así se sentía cómoda y segura porque notaba como Sebastian la observaba de reojo.
Entraron al ya conocido edificio, subieron por el ascensor y llevaron unas copas para la habitación.
Su dormitorio ya no le parecía un lugar ajeno, sino que todo lo contrario, se acomodó en su lugar de la cama mientras el hombre acondicionaba el sitio con una música sensual, "música para sexo" pensó la chica con una sonrisa pervertida y a pesar de que el músico llevaba toda su ropa puesta en su mente ya estaba desnudo.
¿Acaso era una ninfómana?, ¿una sexópata?, no, era una mujer loca por el hombre que el universo planeó para su vida bajo las sabanas, no solo bajo las sabanas, también de pie y en la ducha. ¿Cuántos sitios más le faltaban por descubrir? Su cabeza comenzó a funcionar a mil por hora planeando en cuantos lugares quería experimentar junto a su maestro, como él había dicho, tenían mucho tiempo para practicar.
-¿Qué tal tu día?
Preguntó el hombre y Julieta tuvo que parpadear dos veces para volver a la realidad y prestarle atención, meterse en su mundo a veces la hacía algo lenta en cuanto a volver a tierra.
-Estudiar, dormir, aburrirme, venir a la casa de mi amante...fin. ¿Y el tuyo?
Contestó la chica y comenzó a hacer círculos con la yema de sus dedos sobre la piel de Sebastian escuchando la suave risa que emitía este, la joven estaba segura que su elocuencia era uno de sus puntos fuertes, agradecía estar tan feliz entre los brazos del único hombre que realmente le había interesado en toda su vida.
-Un día tranquilo, ensayar, componer y después venir a casa.
-Trabajas un montón.
-De lo que me gusta.
Contestó el hombre y Julieta le dedico una media sonrisa para luego besar ese hueco entre su hombro y cuello.
Cerró los ojos y agradeció tener una pequeña sorpresa, cuando le quitara las prendas vería un conjunto de ropa interior sexy de color rojo fuego y detalles negros.
Comenzaron a besarse ardientemente y la chica ya sin miedo tocó por encima de su ropa el inminente bulto que se formó en el pantalón de su amante, la osadía creada por su seguridad en la cama la ganó por todas las atenciones que él le brindaba y estaba agradecida. Si sabía cómo tratar a una mujer, más aún.... A una primeriza.
Después de despojarlo de su ropa Julieta sintió el pequeño avance en su destreza motriz, ahora no parecía tan torpe mientras lo desnudaba. No lo hacía de la forma sensual en la que su compañero lo realizaba, pero ahora no simulaba ser una destructora de prendas.
-Me gustan mucho tus conjuntos.
Le dijo Sebastian pero la ropa interior no duró mucho tiempo puesta, de inmediato yacía en el piso de la habitación mientras los besos apasionados volvían a aparecer junto a las caricias compartidas.
-Sebastian....
Gimió la mujer cuando él se adentró en ella para volver a poseerla de esa manera única.
La noche transcurrió repasando lo anteriormente aprendido y el equilibrio mejorado de ella hizo que duraran aún más tiempo.
Terminaron agotados pero la muchacha volvió en su infinita y dedicada tarea una vez que su amante cerró sus ojos para descansar.
Quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve, veinte..."ya tendré tiempo de contarlos todos" pensó la chica de cabellos revueltos para cerrar sus ojos y entregarse a los brazos de Morfeo.
Julieta despertó bajo las sabanas de Sebastian y noto que el hombre le dio un beso en los labios para ponerse de pie y abrir la puerta completamente desnudo, ¿Qué estaba ocurriendo?
La joven se quedó en la cama refregándose los ojos esperando a que su amante regresara, pero nunca lo hizo.
¿Qué estaba pasando?, pensó en cubriste un poco y explorar la casa, pero como su compañero de cama había salido como Dios lo trajo al mundo decidió hacer lo mismo que él.
Cuando llegó a la sala el hombre la esperaba sentado en un sillón de cuero y su mirada ardiente renació una vez que escuchó los pequeños y tímidos pasos de la castaña.
Le dio unos golpecitos al asiento indicándole que lo acompañara y Julieta así lo hizo, los besos volvieron a renacer y esta vez el hombre la volteó.
Apoyada en el sillón pudo ver como él se ponía de pie para masajearle el trasero y penetrarla, un mañanero diferente.
Esa posición no le permitía ver nunca el rostro de su chico, pero esta vez descubrió algo realmente sorprendente.
Entre los gemidos de placer que emitía volteó hacia su costado para admirar la imagen más erótica que había visto en su vida.
Por el reflejo de la ventana dos jóvenes apasionados estaban teniendo sexo en un sillón, la chica sonrió, se sentía voyeur y estaba ensimismada con lo que sus ojos podían captar.
Sebastian dio unos pasos hacia atrás luego de realizar tan bien su trabajo de regalarme un orgasmo para caminar hacia la mesa y observarla con perversidad.
- ¿Ahí?
Preguntó la joven caminando torpemente ya que las piernas le temblaban.
Su maestro asintió y la tomó de la cintura recostándola en la madera, ¿Cuántas cosas nuevas iba a hacer hoy? Definitivamente hacerlo sobre una mesa estaba entre sus cosas por hacer, ahora la podría tachar de su lista o repetirla nuevamente en alguna otra ocasión.
Después de gemidos, gruñidos y jadeos la mujer trató de jugar a dominar una parte del sexo mañanero y colocándose de rodillas comenzó a practicarle la mejor felación que su boca pudo realizar.
Sebastian culminó en ese lugar y luego de saborearse su joven aprendiz se incorporó para abrazarle, estaba demasiado agotada pero ahora podía coleccionar más sitios donde habían realizado huracanes de pasión.
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El Maestro del Sonido
RomanceJulieta es una joven estudiante de abogacía con persistentes sueños de cambiar el mundo. Astuta, ansiosa, filantrópica, feminista, gran devoradora de libros y con creencias filosóficas sumamente definidas la chica construía su propi...