Nuevos consejos

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NUEVOS CONSEJOS

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NUEVOS CONSEJOS

Sebastian tenía que levantarse a ir a trabajar, por ende, luego de un perezoso y cariñoso mañanero el hombre se puso de pie para tomar una ducha mientras Julieta extasiada de besos y caricias se deleitaba con el cuerpo de su amante desnudo caminando por la habitación.

No existía una mejor sensación que la de saber que era feliz, a pesar de lo distante que se mostraba Sebastian por momentos Julieta era feliz.

Luchaba por lo que sentía, Sebastian ponía un poco de su parte, él también deseaba verla, se notaba, al menos por ahora.

- ¿Te ayudo a bañarte?

Preguntó Julieta desde la cama cuando escuchó el sonido de la ducha debido a que la puerta estaba entreabierta.

-Si tú quieres.

Masculló Sebastian y la joven dudó en si debería entrar al baño junto con él.

¿Por qué estaba en esa situación?, aun recordaba ese noviembre y diciembre donde la pasión de la ducha estaba encendida, pero ahora meditó un poco en si debería acompañarle o no.

Su tono indiferente de voz, el silencio de la habitación...se quedó en la cama sin hacer nada pensando en la frialdad tacita que emanaba Sebastian y trató de no pensar mucho en ello, simplemente se cubrió con las sabanas y aguardó a que él volviera a la habitación.

Sebastian salió desnudo, se había secado dentro de la ducha y Julieta volvió a sonreírle abiertamente.

-No me acompañaste.

-Me dio un poco de pereza y no quería demorarte.

Mintió, luego de eso emitió un largo suspiro, mentirle estaba mal, muy mal.

¿Por qué tenía miedo de plantearle sus dudas?, ah si, la charla del seis de febrero. "Las parejas pasan por ciertas etapas" le había dicho Sebastian, ella aprendía de su maestro, no quería escarbar en aquello que le generaba inquietud, al menos no hoy.

Se puso de pie y le dio un beso en los labios para comenzar a mimarle, él le correspondió, fin del tema.

Minutos después bajaron por el ascensor y la joven aguardó el bus para volver a casa, esa sensación agridulce estaba allí, viviendo con ella, era miedo.

Dentro de Julieta residían mil emociones, las causadas por Sebastian se habían convertido en un bulto inquieto y amorfo, algo que se gestaba sin compasión ni comprensión, adherido a eso, como un extraño parasito se encontraba el miedo.

El miedo se encontraba pegado a las sensaciones felices e infinitas que descubrió junto al misterioso hombre que un día se convirtió en su amante, el temor a manifestar esas emociones la paralizaba y se transformaba en cosas similares como ese bulto que provenía de su pecho, subía hacía arriba y se atoraba en su garganta.

El Maestro del SonidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora