Confiar

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CONFIAR

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CONFIAR

Julieta caminó por la sombría calle que llevaba al supermercado acompañada por esa chica que nunca le cayó del todo bien y una vez que realizaron la transacción correspondiente la joven sonrió fingidamente tomando la cajilla de cigarrillos para tomar uno.

-No vuelvo a casa, voy a visitar a un amigo, te veo más tarde.

Murmuró Julieta y agradeció que Katherine fuera su amiga por lo que no tenía que darle demasiadas explicaciones para ocultar una mentira.

Acompañó a la rubia hasta la plaza y una vez que estuvo lejos de su vista se sentó en aquel banco que fue testigo de su segunda cita con Sebastian, ahí donde se besaron apasionadamente por primera vez.

Un hombre encapuchado transitaba por allí y la muchacha se le acercó para solicitar un encendedor, llevó el cigarrillo a su boca y le agradeció volviendo al lugar donde se había sentado.

Hacía mucho tiempo que Julieta no fumaba, no recordaba porque dejó de hacerlo, pero no era un vicio que le molestara demasiado más que el olor que pudiese impregnar su cabello y manos, pero en ese momento no le importaba.

Dio una nueva calada y exhaló el aire en la fría noche invernal, que lejos estaba de aquel octubre donde comenzó una aventura que le quemaba hasta en lo más profundo.

Miró a un costado divisando la fuente que estaba enfrente, un anciano vagabundo caminaba tranquilamente por allí, todos seguían con sus vidas, pero algo dentro de Julieta se encontraba en pausa, paralizado, como un circulo invisible donde no transcurría el tiempo.

Las lágrimas salían de sus mejillas calientes y se enfriaban rápidamente dejándole una sensación de escozor en el rostro, pero no importaba.

Tosió un poco ahogándose por el humo cuando trató de reprimir un ligero sollozo y tiró al suelo el cigarrillo sin terminar.

¡Maldita sea!, ¿Por qué?, ¿Cuántas veces estuvo esperando un mensaje viéndole en línea y quizás la atención se la llevaba alguna ridícula mujer que no le quería ni la mitad de lo que lo hacía ella?, ¿el universo estaba conspirando contra ella?, ¿Qué señal confusa le daba desde que se animó a apostar todo de si por una relación casi unilateral?, siempre hacían lo que quería Sebastian, pero rara vez lo que Julieta deseaba.

Su móvil vibró y pudo ver que era un mensaje del susodicho, la cosa amorfa que vivía dentro de ella amenazaba con estrangularla si no miraba la conversación y así lo hizo.

*Hola, estaba en un ensayo, ¿todo bien? *

"No Sebastian, estoy aquí sentada en el banco donde pasamos una linda velada de octubre con la diferencia de que me encuentro llorando por tus actitudes, me juegas por la espalda, no me comentas que te escribes con mil mujeres que puedan acostarse contigo a la ligera".

El Maestro del SonidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora