Piezas rotas

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PIEZAS ROTAS

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PIEZAS ROTAS

El trayecto desde la casa de Sebastian a la suya fue eterno, lo único que encontraba positivo era el hecho de no verle de nuevo. Necesitaba tiempo para pensar.

¿Por qué no quiso terminar?, ¿Por qué quiere seguir con esto si ya sabe de antemano que se aburrirá tarde o temprano?, ¿por qué no terminé yo?, ¿acaso no quiero que esto tenga un fin?

La respuesta es clara y simple: no.

Acababan de comenzar, ni siquiera he terminado de contar sus lunares, ni siquiera tenía otra foto de ellos juntos más que la tomada en diciembre.

Observó su teléfono móvil y sonrió ante su hipocresía. Para ir a visitar a Sebastian había cambiado la imagen del salvapantallas donde estaban juntos solamente para que este no preguntara porque había elegido esa foto.

Modificó nuevamente la imagen de fondo y la pareja que le devolvía la mirada era diferente a la que conocía ahora. ¿Cómo pudo cambiar todo cuando solo pasaron unas semanas de diferencia?, ¿Qué había hecho mal?

No tenía la más remota idea, no lo sabía. Desde que comenzaron su relación no había cambiado en nada, solo tomado un poco más de confianza y dejar de tratar a Sebastian como un completo desconocido, ahora era su amante y lo más importante de todo era el hecho de haberse encariñado con él.

Llegó a casa y agradeció encontrarla vacía, Jessica estaba trabajando así que marcó uno de los pocos números que se sabía de memoria y aguardó el momento en el que Marcia atendiera su llamado.

-Hola, ¿Juli?, ¿estás bien?, nunca me llamas.

¿Cómo podría ser que con tan solo un acto su mejor amiga supera que algo estaba sucediendo? Y no precisamente esperanzador.

-Si, ya sé que prefiero escribir, pero...pero...

No pudo aguantar el llanto, ¿por qué tenía que vivir a muchos kilómetros de distancia?, ahora mismo solo necesitaba mirar a Marcia a los ojos y que le dijera que todo iba a estar bien.

- ¿Juli?, me estas angustiando mucho, no llores, ¿quieres que vaya a la capital?, sabes que estamos de vacaciones.

-No, esperemos unos días, si llego a estar tan mal te avisaré. Estamos en crisis...no lo entiendo, solo pasaron un par de meses, ¿Cómo...como pudo pasarme esto? O sea, yo seguí todas las indicaciones del universo, el sueño, lo sabes.

Las palabras salían alborotadas desde la boca de Julieta mientras su mandíbula temblaba, la joven estaba hecha un ovillo en el sofá conversando con la única persona que podía ayudar un poco a que no se desmoronara. ¿Cómo pudo suceder tan rápido?

- ¿Me estás diciendo que se dieron un tiempo?, ¿Qué terminaron?

-No, él me dijo que se aburría de estar con la misma persona después de un tiempo...pero solo pasaron unos meses. Soy horrible en la cama, soy fea, me siento el ser más nauseabundo del mundo. ¿Por qué esperó tanto tiempo para decirlo?, ¿por qué tuve que soñar con él?, ¿Cuál era la señal? ¿esta?, descubrir que los hombres son malvados incluso cuando esperas veintitrés años para ser cien porciento sincera y honesta con alguien?, siento como que mi pecho arde. No lo puedo odiar.

La respiración entrecortada de su mejor amiga solo dejaba entrever que ella también había comenzado a llorar.

-No digas esas cosas, debe existir una explicación que no lo catalogue como un monstruo o un pedazo de mierda. Nada de lo que dices es cierto, eres de las personas más buenas y justas del mundo y no lo estoy diciendo porque eres mi mejor amiga... ¿Qué quieres hacer ahora?

Preguntó Marcia y Julieta se sorbió la nariz, no sabía que contestar a esa incógnita.

- ¿Llorar?, siento que mi pecho arde, como que me duele la cabeza, mis oídos están pitando y no quiero moverme de donde estoy hasta nuevo aviso. No le cuentes a nadie, tengo vergüenza.

- ¿Vergüenza de que Julieta?, estas cosas pasan. Los hombres son malvados en su mayoría.

La joven suspiró, ¿Cómo podía decir eso? Su mejor amiga fue bendecida con un chico que a la semana ya fue a conocer a su madre, que actualmente vivían juntos y llevaban más de seis años enamorados y tontos como el primer día. Seguramente lo decía para que ella se sacara la bronca que ardía en su pecho.

-Tengo vergüenza de mis actos. ¿Cómo pude seguir mis creencias emocionales y universales yendo a la casa de un tipo para acostarme con él sabiendo que solo iba a ser una mujer más? Esperé veintitrés años y solo soy un pedazo de carne, el buscará otras porque no puedo llenarle, debo ser un asco en la cama y una tonta fuera de ella, esa es la razón.

-No puedes dejar que un imbécil te arruine la autoestima así, ¿te das cuenta de que es un poco hombre?, ¿aquella amiga tuya no te lo había dicho?, los antecedentes.

-Deja de pensar en antecedentes, yo soñé con él y no tenía idea de lo que era estar desnuda frente a un hombre, pero sin embargo seguí al universo...y aquí estoy...arruinada. Siento como que no puedo pensar en nada más que en el dolor. ¿Como crees que se siente Sebastian?

-Francamente no tengo ni la más remota idea, solo me pregunto cómo puede dormir alguien después de lastimar a una persona como tú. Me gustaría decir que quiero golpearlo, que lo detesto o lo odio, pero no, no tengo idea del sentimiento que me embarga ahora...si...decepción.

Julieta escuchó atentamente cada palabra que emitió Marcia mientras las lágrimas seguían saliendo de sus ojos y suspiró.

-Ni siquiera puedo estar decepcionada porque ni yo sé lo que estaba esperando, solo siento dolor y mi autoestima ha muerto, al menos en la faceta que solo él descubrió. ¿Puedo llamarte más tarde? Ahora quiero estar sola, me queda poco tiempo antes de que las chicas vuelvan del trabajo.

-Sabes que estoy para lo que sea, deja salir el dolor sin culpa, después de todo como tú siempre dices...si diste todo no tienes que sentirte mal. Todo se va a arreglar, eres una persona llena de luz y por esto no deberías amargarte por siempre, dale tiempo al tiempo. Escríbele mañana en tono casual para que vea que aun te interesa...si es que te interesa.

-Si me interesa, lo quiero.

-Entonces deja que tu mente se libere de esas emociones y deja todo fluir, te quiero.

-Te quiero también.

Al cortar se dio cuenta de que, así como el universo desestructuró sus pequeñas costumbres junto a Sebastian el mismo universo se encargaría de recomponer las piezas rotas que había conseguido por seguir su camino. Ahora solo bastaba llorar y liberar toda esa tensión acumulada. ¿Qué estaría pensando Sebastian en ese momento?

El Maestro del SonidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora