(Capítulo perdido)

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Julieta no sabía que parte de su locura interna era la responsable de esa manía que vivía en su interior, a veces la ansiedad gobernaba su ser y los tintineos de su lápiz en la copa de vino golpeteaban como esa cosa incesante que martilleaba en silencio desde dentro...

Uno, dos, tres...uno, dos, tres, puedes escribir monografías aburridas e interminables sobre Derecho, realizar artículos para esa revista con ideas modernas para las mujeres de hoy, puedes divagar por horas ideando mundos ficticios tratando de terminar una novela de ciencia ficción estilo J.K.Rowling o J.R.R. Tolkien que tu mente y alma saben que jamás llegará a buen puerto, ¿Cuántas veces al escribir un nuevo capítulo fuiste hacia atrás para modificar todo lo demás? se preguntó a si misma mientras bebía un sorbo de vino.

Si Julieta no estuviese segura de que los mundos mágicos que leyó en novelas no existían en la vida real podría jurar que Sebastian era un mago y la hechizó de una manera poderosa que se acrecentaba por su cuerpo cada vez más, como la mano maldita del profesor Dumbledore luego de probarse en anillo de Gaunt.

Porque cuando aquella joven con aires de escritora fracasada, tonta y excéntrica se sentaba a dejar que su mano y media danzaran en el teclado de su nueva computadora trataba de que su locura interna se reflejara en la pantalla de su portátil, no en acciones externas.

Uno, dos, tres, uno dos tres... ¿el corazón podía dejar de latirle así?, era solo un final escrito hace mucho tiempo, el bendito muso inspirador que también era el lector más exigente y editor excelente sugirió poder ver el desenlace de esa historia que le costó tantas risas, llantos, ataques de ansiedad, depresión, angustia, agonía y finalmente satisfacción...¿pero cómo Julieta podía decirle que si el universo no daba el visto bueno para que todo saliera de manera positiva la depresión volvería a buscarla como un gato a un ratón?

"¡Maldita sea!", pensó cuando leyó un nuevo correo con una crítica demasiado adorable sobre un artículo llamado "No busques el príncipe azul, el estereotipo va a encontrarte antes.", Camille era una opinóloga maravillosa, luego de que Julieta contara el numero de halagos por cada párrafo suspiró y esperó releer el ultimo capítulo de "El Maestro del Sonido", esa obra que tanto esfuerzo y alma obtuvo de ella y no podía transmitir esas vibraciones positivas al escrito.

"Hazlo por Sebastian, por la persona que sin quererlo te inspiró a desempolvar a la escritora que guardaste durante años", se dijo y miró la hora, el músico estaba en un concierto de la orquesta que integraba, aún tenía algún tiempo para repasar.

Tenía que dar las gracias y a la misma vez meditar sobre cuando fue que su creatividad comenzó a flotar de nuevo, ¿fue cuando le dijo a Sebastian que escribía una novela sobre su romance y trataba de canjear capítulos por noches en su habitación?, ¿fue cuando no sabía que estaba enamorada de él y comenzó a escribir para quitarse algo de adentro?, ¿fue cuando él la abandonó y creyó que la novela sería un vínculo para terminar en armonía y positivismo?, no existía mucha buena energía de Sebastian para Julieta pero ella siempre se empeñaba en que su aura luchara para que todo brille a menos que ganara él y la depresión la volviese a cubrir con ese manto negro que le hacía querer arrastrarse a su habitación para dormir.

Lo cierto era que tenía que pensar en "El Maestro del Sonido" como su amiga, esa novela comenzó cuando ella no podía decir algunas cosas que sentía, vibró cuando unos dedos enérgicos escribían los capítulos pasionales, alegres y románticos que Sebastian le regaló en vivencias aunque solo fueran una mentira manipuladora, esa novela estuvo allí cuando Julieta siguió en contacto con su muso traidor y los capítulos dolorosos y crudos apuñalaban sin compasión a su alma marchita de depresión creada por esas inseguridades que Sebastian desempolvó.

El Maestro del SonidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora