Capitulo 8

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-MIA EVANS- ▪Viernes 15 de Octubre. 
Busco con mi mano el estuche tirándolo también al suelo, siento como él se acerca y me deja las cosas sobre mi mano.
°
-¿Te ayudo? -pregunta.
-Si no es molestia... -digo suspirando.
°
Escucho lo que supongo que es mi maleta, me llevo las manos a la cara cansada y escucho su sonrisa.
°
-El piano. -digo envalentonándome.
-¿Disculpa, Mia?
-Toco el piano. -aclaro.
-Pero si tú... -dice flipando.
-Soy ciega, si, pero es lo único que se hacer sola. -digo susurrando.
-¿Te importaría tocar alguna canción? -dice nervioso.
°
Niego, me va a tocar de nuevo y me aparto.
°
-No me toque, porfavor. -suplico.
-Llámame Jesús, por favor.
°
Me pongo en pie, camino con sus indicaciones y me siento creo que frente al piano.
°
-No hay mucho tiempo, no es necesario que sea mucho. -comenta.
°
Acaricio las teclas ubicando mis dedos, suspiro nerviosa, el tenerlo aquí me pone nerviosa. Mis dedos tocan una dulce melodía que me recuerda tanto al hombre de mi sueño, ese hermoso rostro, los ojos castaños y una nariz redondeada que marcan aún más sus carnosos labios. Siento el calor corporal de mi profesor, me pone nerviosa, no sé que me hace el señor Oviedo pero me hace temblar, realmente junto a él no tiemblo por miedo, si tiemblo es por nerviosismo ¿por qué me gusta tanto sentir su piel? Mis ojos se cristalizan al recordar que jamás veré al chico del sueño, paro en seco bajando la cabeza y siento mis lágrimas caerme sobre las manos.
°
-Lo siento, no tengo ganas de tocar más. -digo susurrando.
-¿Qué ocurre? -pregunta.
°
Siento como el banco se hunde a mi lado, me intento apartar pero él agarra mi brazo suavemente haciéndome sentir su dulce calor. Toca mi mejilla erizando mi piel, haciéndome temblar, elevando la intensidad de mis latidos, haciéndome sentir su dulce aliento sobre mis labios cada vez más cerca.
°
-Lléveme a clase, por favor. -excuso evitando algo de lo que pueda arrepentirme.
-Si, claro. -responde apartando su piel de la mía. °
Me ayuda a llegar a mi próxima clase y tras darle las gracias creo sentir como se va. Relajo mi espalda suspirando, es desesperante no saber que me ocurre cuando lo siento cerca. Su piel es como ese dulce tacto que tienen las sábanas cuando te metes en ellas, su voz me resulta tan relajante como la hermosa voz de Jonh Legend y sobre todo, lo que acabo de sentir cerca de mis labios, ese dulce aliento, tan dulce y agradable que engancharía al mismo demonio, como cuando ansiosa al fin te metes entre los labios tu sabor de helado favorito tras todo el invierno anhelándolo. Pero tristemente hay que ser honestos, ese hombre, que seguramente será mucho mayor que yo, siempre será eso, algo inalcanzable que un día fue mi profesor de música...

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