Te cuidaré

Capitulo 64

-MIA EVANS- ▪Viernes 15 de Febrero.
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Él arrasca su nuca cuando estamos frente mi puerta y doy un paso hacia él.
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-Gracias, al final me lo he pasado genial. -susurro.
-No ha sido nada. -dice tímido.
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Beso su mejilla, agarra con fuerza mi cintura y lo miro desde la escasa distancia que nos separa. Mis labios se secan anhelando los suyos, siento como sus ojos han recorrido mi rostro una infinidad de veces mientras mis manos se aferran a su nuca. Desliza sus manos hacia mi rostro agarrándolo como tanto me gustaba que hiciera y mezcla nuestros labios. Me quemo en el algodón de sus labios, nuestro roze forma una chispa que solo él le provoca a mi ser, el mínimo roze de su piel sobre mis manos me parece escaso y me ruega más humedeciendo mi ropa interior.
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-Muñeca... -jadea cuando abro la puerta de mi apartamento.
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Bajo sus manos a mi cadera, sube mi vestido enrollándolo en mi cintura y me coge a horcajadas mientras sus labios me arden la piel a la vez que su lengua relaja ese calor que tanto me excita. Me tumba sobre el colchón una vez que encuentra mi habitación, sus labios pasan a quemar mi cuello mientras yo jadeo para él, solo por y para él.
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-Te ves hermosa. -susurra alagándome.
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Quita su camisa blanca tirándola al suelo, me atrae hacia él sentándome sobre sus piernas y quita mi vestido.
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-Jesús. -jadeo.
-Dime muñeca. -murmura.
-Emily está loca por ti. -susurro.
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Sonríe buscando mis labios tras desvestirme y me besa de una manera muy húmeda. Cae de nuevo sobre mí y marca mi vientre con sus labios mientras me desliza las bragas por los muslos.
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-Encantado de amaros a las dos.
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Besa mi intimidad suavemente haciendo que mi pecho suba y baje más rápido, se unde entre mis piernas y mis dedos se enredan en las olas del cabello de mi hombre.
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-Gordo, no seas tan fiera. -gimo riendo.
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Él ríe, quito mi brasier tirándolo al suelo y él quita sus vaqueros seguido de sus boxers.
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-Joder. -susurro cuando su miembro choca con mi intimidad.
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Me besa mientras entra en mi ser. Húmedos, cálidos y suaves, adoro los besos de este hombre: la humedad que con la que me besa tras recorrer toda mi piel con su lengua, el calor de sus poros se hace notar en sus labios y sus labios tan suaves que cualquiera moriría por ellos.
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-Dí que eres mía porfavor, dímelo. -murmura desesperado entre embestidas.
-Soy tuya, solo tuya Jesús. -respondo jadeante.
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Gime sobre mi oído, sonrío y clavo mis uñas en su espalda.
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-Córrete para mí. -me excita.
-¿Y tú? ¿te correrás para mí? -le pregunto.
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Da una fuerte embestida y ambos nos fundimos en el clímax más placentero que hemos tenido, cae junto a mí y lo rodeo con mis brazos.
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-Quédate aquí, duerme conmigo, te necesito. -suplico.
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Levanta mi rostro, roza su algodón con mis labios y sonrío.
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-Te amo muchísimo. -susurra.
-Soy tuya Jesús, solo tuya. -murmuro.
-Joder, dilo más. -dice besándome.
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Me apoyo en su pecho y ese es el último recuerdo que tengo antes de caer profundamente dormida...