Capitulo 40

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-JESÚS OVIEDO- ▪Lunes 1 de Junio.
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Miro las partituras que debo corregirles a mis alumnos, suspiro agitando el bolígrafo y observo mi reloj: las seis y media. Mi teléfono suena sacándome del silencio en el que llevo metido horas, veo que es Cameron y lo cogo frotándome los ojos.
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-Mi hermana Jesús... esta muy débil. -susurra Cameron con la voz rota.
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A cada palabra que dicen siento como mi mundo se va derrumbando poco a poco, cierro los ojos intentando senerarme pero es algo imposible.
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-¿Qué ha pasado? -mi voz tiembla.
-Se ha tomado muchísimas pastillas, cuando he llegado estaba inconsciente en el suelo. -dice nervioso.
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Me dice el hospital donde están y voy lo más rapido que este coche me deja.
Cameron se pone en pie al verme,me abraza y toco su hombro.
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-Mi madre está dentro, como te vea... -su madre no le deja acabar.
-Vete de aquí, no eres bienvenido. -dice seria.
-Porfavor señora, deéeme verla, lo necesito. -suplico.
-Largo de aquí, llamaré a seguridad. -amenaza.
-Porfavor señora. -me arrodillo sollozando.
-Levántese del suelo. -dice fria.
-Déjeme verla, me muero si ella no está, haré lo que sea con tal de que me deje verla. -suplico.
-Pase, pero solo dos minutos. -dice apartando la mirada.
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Me pongo en pie rápidamente, le doy las gracias una y otra vez hasta que abre su puerta dejándome verla. Su cabello de seda alborotado, su chata nariz con esos horrorosos cables, su pálida tez aun más palida a la vez que numerosos cables que la atan a una máquina, sus ojos del color del mar cerrados sin dejarme ver esos ojos tan hermosos que volvería loco a cualquiera.
Agarro su mano que está totalmente débil, le beso la zona mojándosela de mis lágrimas mientras toco sus pómulos con mis dedos de la otra mano.
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-¿Por qué me dejas solo? Tú soportarías vivir sin mí pero yo no nena. -susurro.
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Sollozo, me inclino sobre sus labios dejando un beso muy suave y junto nuestras frentes mientras sus mejillas se mojan por mis lágrimas.
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-Te amo. -susurro.
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Escucho la puerta, veo a su madre seria señalándome la puerta para que me vaya, regreso mi mirada a ella y sonrio entre lágrimas.
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-No puedo irme, me niego a dejarla sola. -susurro.
-Váyase de aquí. -ordena.
-No puedo, necesito saber que va a estar bien.
-Tú le haces mal. -ataca.
-No, mi muñeca es feliz conmigo. -digo sonriendo.
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Cameron entra, él me dice que es mejor que me tome una tila o algo para relajarme. Me lleva casi a rastras a la cafetería y mientras pide limpio mis lágrimas.
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-No pienso consentir que tu madre me niegue verla. -digo cuando se sienta frente a mí.
-Mi madre te ve como un enemigo, mi hermana siempre ha estado unida a ella y ahora viene tú y la alejas, es normal que te trate así. -dice mientras bebo la tila.
-Me voy a quedar aquí con ella le guste a tu madre o no, lo siento bro, amo demasiado a tu hermana. -digo serio...

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