Capitulo 39

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-MIA EVANS- ▪Sábado 23 de Mayo.
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Mis nervios aumentan cuando me dejan sola, mi madre y mi hermano deben tomar asiento. No sé donde estoy lo que me provoca una inmovilidad un tanto agobiante. Su aroma llega a mis fosas nasales aumentando mis nervios, Jesús ha venido a verme actuar y no solo a verme actuar,si no a hablar conmigo.
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-Estás hermosa. -dice con voz grave.
-Gracias. -susurro.
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Siento sus manos rodear mi rostro mientras sus pulgares acarician mis pomulos. Cierro los ojos sintiéndome por segundos relajada hasta que él suspira levemente.
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-Perdóname, me comporté como un crío.
-Jesús, ahora no es el momento. -susurro deleitándome con sus caricias, las ha bajado a mis labios.
-Tengo miedo, él es tan perfecto para tí, tiene tu edad, te trata genial, tiene tus gustos, tu madre lo acepta... Mario es tan perfecto y yo soy tan... tan yo. -susurra con su voz ronca temblando.
-Estoy enamorada de mi hombre, no de nadie más, no sé como metértelo en la cabeza. -digo mientras el baja sus caricias a mis brazos.
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Mi piel se eriza tras un escalofrío un tanto agobiante: estoy muriéndome de nervios.
Sus musculosos brazos rodean mis hombros y me pegan a él muchísimo, escucho su corazón latir, va algo rápido pero suave, muy suave. Ya no hay personas, solos, él y yo anclados a nuestros brazos y ahora, a nuestros labios.
Escucho como me presentan justo cuando sus gruesos labios se separan de los míos, me dá un corto beso y escucho su sonrisa.
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-Demuéstrales lo hermosa que eres. -susurra.
-¿Estarás aqui cuando acabe? -pregunto aterrada.
-De aquí no me muevo nena.
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Unas manos desconocidas me llevan al escenario, me sientan frente al piano y tras ubicar mis dedos su imagen aparece en mi rostro: Mi hombre. La melodía sale del piano mientras yo siento como estoy junto a él, tocando en nuestra clase, con sus brazos alrededor de mi cintura, con su mentolado aliento en mi cuello y sus palabras que suenan a poesía en mi oído. Escucho un fuerte aplauso cuando acabo la canción, las mismas manos me llevan de vuelta y esos labios que jamás confudiría besan los mios.
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-Estoy orgulloso de tí, muñeca.
-Te sentía conmigo, que estabas ahí junto a mí. -susurro sonriendo.
-Yo también he sentido eso, solos tú y yo.
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Escucho pasos y Jesús suspira: es mi madre.
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-Hija, es precioso. -dice con un tono orgulloso mientras me abraza.
-Enana, lo has bordado. -comenta Cameron estrechándome en su pecho.
-¿Jesús? -pregunto deshubicada.
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Agarra mis manos y pega mi espalda a lo que siento que es su pecho.
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-Vámonos a casa. -dice mi madre.
-Quiero estar con él. -ataco girándome, creo que así tengo a Jesús frente a mí.
-¡No! A saber que es capaz este de hacerte. -dice horrorizada.
-Ya me ha hecho el amor mamá. -digo segura.
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Mi madre me agarra muy fuerte del brazo, pese que jesús puede pararla no lo hace, sabe que me hará daño físico así. ¿Por qué es todo tan complicado?...

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