8. ¿Estás ciega o qué?

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Eso de estar saliendo cada fin de semana a un antro no me llamaba para nada la atención. Sé que solo nos divertíamos. Somos jóvenes y mis amigas tienen razón, pero no me apetece. Está vez fui casi obligada por Isabella y Natalia. De todos modos en la casa no estaba nada bien, mi mamá discutía con mi padre muy seguido. Mi abuelo Cornelio y mi Abuela Loretta estaban al borde de estallar, mientras que Darío se aparecía todas las noches en la recamara de Isabella y yo tenía que calarme los gritos ya que mi habitación está junto a la de ella. Toda era un caos en esa mansión.

Los chicos decidieron no ir a ninguna fiesta, asi que nos fuimos a casa de Jace. Cada quien invito un grupo de personas y mientras los minutos pasaban la casa se llenaba de gente, uno tras otro. Se suponía que era una fiesta pequeña pero ya después de dos horas había más de doscientas personas en esta casa. Qué bueno que era lo suficientemente grande para que podamos desplazarnos con facilidad adentro y afuera.

Rodé los ojos cuando Isabella ya empezó hacer espectáculos. Se subió sobre la mesa y comenzó hacer un baile sexy, mientras los hombres la veían y le gritaban cosas obscenas como si está fuera una prostituta. Y en cuanto se quito la blusa, todos incluyendo a las mujeres estallaron en gritos de alegría.

No era la primera vez que se emborrachaba y hacía estos tipos de espectáculos, en eso estaba clara, pero creo nunca me acostumbraré.

—Parece que se la está pasando bien. —Dice Natalia colocándose a mi lado.

Miré que Eiden le gritó que se bajara y como ella se negó, la tomo del brazo y la coloco sobre su hombro. Le pidió a Grace que recogiera su blusa y subió los escalones con Isabella sobre su hombro.

Esto me pareció muy sospechoso; o Eiden siente algo por Isabella y estaba celoso o solo es un buen amigo. Pensar en la primera opción me hizo un vuelco en el estomago.

Le entregué mi trago a Natalia y subí los escalones. Caminé por un largo pasillo, había muchas puertas pero no sabía en donde habían entrado Eiden con Isa. Así que escuché murmullos en una de las puertas que estaba entre abierta y entro.

Eiden acababa de acostar a Isa en la cama y la estaba arropando con una sábana de seda blanca.

—Dejala dormir. —le dijo Grace. — Está casi que se desmaya de la borrachera.

—Sí. —Murmura Eiden, que luego se encontró con mi mirada.

Grace me dice que ella está bien y pasa por mi lado, dejándome sola con Eiden.

—Gracias. —Digo.

— ¿Por qué?

—Por bajarla de esa mesa, estaba siendo ridícula.

Resopla. —No es la primera vez que lo hago. La he bajado de cientos de mesas. —Ríe. — Es mi amiga, no dejare que nada le pase. Soy muy protector con mis amigos.

—Me he dado cuenta. —Bufé, y captó la indirecta.

—En ese closet hay una pila de sábana. —Señala el armario tras de mí. — Puedes escoger otra para que la arropes, hace mucho frío.

Tomé una respiración profunda y caminé al armario. Sacudiendo mi cabeza por lo que había hecho Isabella mientras revolvía la ropa. El armario estaba lleno de chaquetas de cuero, así que de una supe que está era la habitación de Jace. Solté una respiración, soplando mi cabello fuera de mi rostro mientras buscaba a través del desorden. Estoy acostumbrada a que la sirvientas de la casa tenga mi armario ordenado. Aunque Isabella y Anastasia son otra nota, son más desordenadas que Jace. Mientras que retiraba una de la percha, Eiden se estrelló contra mi espalda, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura.

Bajo el mismo cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora