37. ¿Quién lo dice?

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— ¡¿Eiden te llamó?! —Le volví a preguntar a Isabella, después que se quedó callada viendo la gente para allá y para acá.

—Sí. —dice con la vista en otro lugar.

— ¡¿Cuándo?!

—Hace dos minutos.

Theo y yo nos aliviamos un poco.

— ¿Estaba bien? —pregunté.

—Sí, eso creo.

— ¿Cómo que eso crees? ¡¿Estaba bien o no?! —grité con desesperación.

—Sí, cálmate, joder. —suspira. — Mi mamá no sabe nada, solo le dije que... venía por ti y fue la condición de dejarme salir.

Nuestros ojos volvieron a los restos carbonizados del almacén.

—Alonzo es una bestia. —murmuró Isabella.

— ¿De dónde te llamó Eiden? Porque su celular está apagado. —dije.

—No sé de qué jodido celular lo hizo. Ya no me hagas pregunta, Alessia, porque no tengo respuesta.

—Tengo que...tengo que llamar a mi familia— Theo dijo, sus cejas juntándose mientras abría su celular. Respiré profundamente. Sus ojos no dejaron el teclado y sus labios temblaron. 

—Ellos están bien, Theo. Relajate —le dice Isabella, relajada, como si no estuviera viendo la cantidad de muerte que hay en su alrededor a causa del fuego. 

Luego Isabella mira detrás de nosotros y me giro de inmediato viendo a Eiden y Evan correr hacia nosotros. Una risa de sorpresa se escapó de los labios de Theo, y una sonrisa estalló en su rostro mientras me miraba—. ¡Son los cabrones estos!

Corrí hacia Eiden y lo abracé con todas mi fuerza envolviendo mis piernas alrededor de su cintura, lo besé por toda la cara y luego planté un beso fuerte contra su boca, metiendo mi lengua hasta encontrar la suya. A continuación, Enterré mi cabeza en la curvatura de su cuello.

—Creí que te habia perdido. —dijo él llorando en mi cabello. — Joder, que bueno que estés bien, bombóm. —Me puso en pie y lo volví a besar. — ¿Estás bien? —me pregunta cogiendo mi rostro.

— ¿Tú lo estás? Porque si tú estás bien, yo también.

—Tuve que llamar a Isabella para que averiguara si estás aquí, porque yo estaba como un estúpido siendo interrogado por la maldita policía. Y tú celular no dejaba de agarrar la contestadora. —Respira hondo. — y no sabía si estabas bien.

— ¡Joder!—dijo Isabella, abrazándonos con tanta fuerza que no me dejaba respirar, mientras Evan y Theo se unían también en el abrazo grupal.

— ¡Idiota! —dijo Theo empujando a Eiden lejos—. He estado esperando por los bomberos para llevar tu cuerpo carbonizado a la morgue.

Reímos.

Theo le frunció el ceño a Eiden y a su hermano por un momento y luego los empujó en un abrazo. Su brazo salió disparado, buscando a tientas hasta que encontró mi camisa, y acerco a Isabella, empujándonos en un abrazo también. Tras unos momentos, Theo liberó a todos, Eiden manteniéndome cerca, a su lado.

—Ya deberías irte, bebé. —Me dice y luego mira a Isabella. — Vayan a casa. Theo, Evan y yo iremos detrás de ustedes en mi Jeep.

Isabella asiente y yo aparto a Eiden lejos de ellos.

—Prométeme que te despedirás de mí mañana en el Aeródromo. —dije con lagrimas en los ojos. —Promete que iras a verme, Eiden, por favor. Prométemelo.

Bajo el mismo cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora