26. ¿Apostamos?

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ALESSIA

Era más de la una de la madrugada. Todos dormían, ajenos a que yo recorría mi habitación de lado a lado, ansiosa por que llegara Eiden. Mi hermana me había dicho que vendría está noche. Un guardia de seguridad era amigo de Valerio y dejaría entrar a Eiden, por supuesto escabullendo a otros de seguridad, pero eso para él no sería complicado. Por lo que sí estaba preocupada era por la tardanza.

Entonces escuché unos pasos. Me dirigí aprisa hasta la puerta de mi terraza y le vi saltando la baranda. Abrí y lo cogí de la camisa arrastrándolo dentro. Me besó entre empujón y empujón mientras cerraba la puerta. Lo aparté y lo contemplé titubeante. Tenía millones de preguntas y no estaba segura de que pudiera contestarlas todas.

— ¿Por qué te has tardado? —solté a bocajarro.

—Hay muchos hombres afuera mujer, Will es astuto pero, se nos hizo muy difícil.

—Tengo algo por aquí. —Corrí hasta el gavetero y saqué el sobre que Pandora me había entregado. — Aún no lo he abierto y muchos menos leído, pero es algo que tú papá le entregó a Pandora antes de ser asesinado.

Su rostro se heló, palideció de golpe mientras me observaba tragando saliva.

— ¿No lo has abierto? —preguntó echándose con una mano el pelo para atrás.

Negué con la cabeza. —Ya te dije que no.

Cogió el sobre de mis manos y lo abrió de inmediato. Frunció el ceño confundido mientras analizaba lo que ha estaba escrito o lo que sea que este mirando, ni siquiera me he acercado.

—Necesito que me expliques todo, Eiden.

Hace una mueca sin dejar de observa la hoja de papel. — Es un plano de crucero, Alessia.

—Y, ¿Qué quieres decir eso? ¿Cómo podemos vengarnos por un plano de un crucero?

—No lo sé, no lo sé. —Me mira. — Hay puntos rojos marcados en cada lado en todo el medio. Está lleno de puntos rojos.

— ¿Y qué significa?

Deja la vista clavada en lugar de mi habitación sin responderme, estaba echando cabeza. De algo que ni entendíamos ninguno de los dos.


EIDEN

Todo aquello era muy extraño y Alessia no dejaba de pedirme que le explicara algo de lo que yo no tenía ni idea.

Luego recordé aquella noche cuando entré a la oficina de mi papá;

<<— ¿Qué haces, papá? —le pregunté.

—Trabajo, hijo. —respondió mientras marcaba cada punto en el plano. — Puedes mirar y aprender.

— ¿Qué son?

—Cada año realizan un evento en el crucero de Roma, en la que muchas, pero muchas personas no tan buenas se reúnen para celebrar sus éxitos. —Me mira. — Y estos puntos...

—Representan a las personas.

Se ríe. — No, hijo. Son los puntos en lo cual va ubicado cada bomba.

Alcé las cejas. — Y hacerlo explotar.

—Sí, pero no me hagas caso, estoy bromeando. —Me espeluca la cabellera.>>


Miré a Alessia.

—Quería que explotaran.

Bajo el mismo cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora