23. Caos.

1.3K 73 0
                                    

ISABELLA

Han pasado tres días que no voy a la universidad, hasta hoy. Por la única razón de que Maurizio está averiguando sobre quién es el chico que golpeó a Darío. Es tan poderoso que debe tener contacto con alguien en esta escuela, y debe estar tomando nota con cada chico que me ve hablando. Así que estuve evadiendo a Jace toda la mañana, pero sabía que no iba durar mucho.

Estuve hablando con uno de mis pretendientes en los pasillos y cuando se despidió de mí, Jace fulminó al chico con la mirada mientras él pasaba y luego vino hacia mí, metiendo las manos en sus bolsillos y miró al chico, quien nos estudiaba desde la esquina de su ojo.

— ¿Quién era él?

Asentí en la dirección del chico. — Un amigo. Salimos por un tiempo, pero ya no quise más nada con él.

— ¿Y qué haces hablando con él?

Arqueé una ceja a su dirección. — ¿Cuál es tu problema, Jace? —me di la vuelta y caminé a dirección del estacionamiento, no podía quedarme hablando con él por mucho tiempo. No quiero que le hagan daño.

Salí de la universidad y bajé las escaleras, con la suerte de que Jace no me siguiera. O eso creo. Una mano familiar me cogió de la muñeca en cuanto llegué a mi nuevo coche, encontrándome con esos ojos verdes.

—Venga ya. —le grité, mirando a mi alrededor por si estoy siendo vigilada por alguien. No puedo confiarme. — ¿Qué es lo que quieres?

— ¿Ése era de tu conquista? —Dijo Jace, de repente muy enojado—. Pensé que...

— ¿Pensaste qué? —Le interrumpo. — Por favor, Jace. ¿Qué es lo que rayos te pasa conmigo? Mantén distancia, acabas de sentenciar tu vida con esa paliza que le diste a Darío. Gracias a Dios quedó vivo, y ya lo dieron de alta. Pero, por favor, debes alejarte de mí. No lo conoces.

—Me importa una mierda. No le tengo miedo a ese tipo. ¿Cómo soportas que te trate así? —La mandíbula de Jace se tensó debajo de su piel. — Por dios, aléjate de él. Puedo ayudarte.

Cerré los ojos y suspiré. — Nadie puede.

—Isabella...

Abrí los ojos, pero no precisamente para encontrarme con su mirada. Casi me da un infarto cuando veo a Darío caminando hacia a nosotros Quería vomitar del miedo.

Empujé el pecho de Jace. —Tienes que irte, tienes que irte. —dije con ojos suplicantes. Pero Jace ni siquiera me hacía caso. Miró tras de mí y se colocó a mi lado a la espera de Darío sin ningún temor alguno. Jace se cruza de brazo con la mandíbula tensa. Veía odio en su mirada.

—Isabella. —masculla Darío en cuanto se acerca. Aún tenía su cara moreteada. — Que bueno que te veo, sube al coche. —Luego fulmina a Jace. — Jace Girardi. —Dice su nombre con desdén y juro que mi corazón casi se sale del pecho. — Mi papá quiere verte, también vendrás conmigo. Pero, Isabella y yo te dejamos en mi casa donde mi padre te espera, y después ella y yo cogeremos otro rumbo.

Tomé el brazo de Jace y se tensó. — Él no va a ningún lado con tu papá.

Darío mueve la cabeza de un lado a otro, y luego sus hombros, impaciente. — No va pasar nada, solo hablará con él sobre un negocio. —querían matarlo. Yo no lo puedo permitir. —Al menos que tu vengas conmigo. ¡Sola!

Estaba nerviosa y sé que Jace podía notarlo por la manera en que apretaba su brazo. Pero tenía que aceptar la proposición de Darío. Debía hacerlo para salvar a Jace, él no merecía morir por mi culpa después de cómo lo he tratado.

Bajo el mismo cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora