43. No puedo y es lo que más me duele.

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Llego a mi casa con el humor por los suelos. Isabella está tirada en el sofá de la sala con unas palomitas entre sus piernas, riéndose mientras veía Bob Sponja. Rodé los ojos, y caminé a la cocina. Tenía un hambre que soy capaz de comerme un león vivo. Pero cuando reviso la cocina no hay ni un Sandwich hecho. Salí echa una furia a la sala.

— ¿Cómo es posible que pases todo el día en la casa y no hayas preparado comida, Isabella? —le grito muy alterada. Es que me choca. Salgo del trabajo malhumorada por culpa de la perra de Andrea y llego a la casa y me consigo a Andrea número dos. Veo que sigue con la mirada en la pantalla, y me pongo en medio de la TV. — ¡Estoy hablando contigo! Te quedas todo el día en la casa y no haces nada, ni siquiera te pusiste a lavar los platos sucios de anoche o pasarle coleto a la casa.

—Ni que fuera cenicienta o qué.

—A mi no me interesa si te crees cenicienta o no. Lo que realmente me importa es que hagas lo que tienes que hacer Isabella, Hasta cuando contigo. Maldita sea, esto se lo voy a decir a mi mamá.

—Relájate. —Se burla.

— ¿Qué me relaje, Isabella? No he almorzado, salí de la universidad corriendo a la tienda y trabajé todo el día, llego aquí y me encuentro con todo esto. Joder, te pasas. —Sabia que discutir con Isabella era estúpido, ella no entiende nada.

Fui a la cocina y me preparo un Sandwich, después que termino de comer, lavo los platos, le paso el cepillo y coleto a la casa. Arreglo la habitación de mi mamá y la mía. Después sin nada que hacer me doy una ducha y me pongo a estudiar. Y me dispongo a Leer los mensajes de feliz cumpleaños de mis amigos.

Sonreí con el último. Hasta que recibo una llamada desconocida. Descuelgo la llamada y me llevo el celular a la oreja.

— ¿Sí? —digo, mientras anoto unos cálculos en el cuaderno.

—Alessia. —Joder, esa voz. La piel se me erizó, el corazón me late tan deprisa que por poco se me sale del pecho. — Feliz Cumpleaños ¿Cómo estás? Seguro estás pasándola súper bien.

¡Huy, Si! Como no, mira como me divierto, en el cuarto haciendo tarea. Pero no iba dejar que Eiden crea que estoy destrozada. Así que corro hasta el computador y reproduzco la música que estaba escuchando mientras ordenaba la habitación. Le subí todo el volumen, y me hice la tonta.

—Oh sí, la paso de maravilla. Además creo que debo colgar un chico me está esperando.

—Alessia, no me hagas esto. Me estoy volviendo loco, no puedo... —Solloza. Joder, ¿Está llorando? Fruncí el entrecejo y le bajé el volumen a la música. — sin ti no puedo seguir, ¿me entiendes? Te necesito. Si tú me perdonas ahora, juro por dios que voy a donde tú estás. Pero necesito, de verdad necesito que me perdones. Te amo, maldita sea. ¡Podréis entender! —Se escuchaba borracho.

—Ve a ver qué está haciendo tu nueva novia en vez de llamarme cuando tienes tres tragos encima.

—Te extraño.

—No empieces, Eiden, de verdad. Me has roto el corazón. En cientos de pedazo. Ya dejame en... —Tragué saliva. No quería continuar. Hablar con él me afectaba, me dolía. — debo colgar. —cuelgo.

Ni siquiera sé si soy capaz de odiar a Eiden.

Cada vez que pienso en él, me pongo mal. Me cubro la cara con mis manos y empiezo a llorar. ¿A quién engaño? Sigo enamorada como una estúpida de él. También lo extraño, y juro que si no hubiese sido porque me haya engañado, iría por él. Joder, debo dejar de ser tan tonta y continuar con mi vida. Han pasados más de cinco meses de mi rompimiento con Eiden y aún no lo supero.

Bajo el mismo cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora