31. La Boda

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ALESSIA

Me sirvo un poco de whisky después que me coloqué el vestido violeta y unas mujeres me maquillaron. Camino por el pasillo y escucho que mi papá está hablando por teléfono.

— ¿Qué cojones? ¿Quiero que encontréis a Marcus? ¡YA! —grita con furia. — Y lo quiero vivo. ¡Mierda! No entiendo porque tienen que ser tan imbéciles juro que no voy allá porque mi hija se casa hoy o sino... —Hace una pausa. — Maldito imbécil, busquen hasta debajo de las piedra, tiene que aparecer. Vivo o muerto, pero tiene que aparecer. —Cuelga, y cuando se vuelve se topa con mis ojos.

—Hola, papá. —Sonreí amargamente.

—No deberías estar con las otras damas de honor. —Se dirige a donde está el licor y se sirve un poco más de whisky. — Va ser un largo día.

—Así parece, pero yo estoy feliz porque mi hermana se casa. —Miento. Este va ser el peor día de mi vida. — ¿Qué fue eso de lo de mi tío Marcus? ¿Qué sucede?

—Desde hacen días no aparece, me dijo que se iba a ver con una muchachita y de ahí no he sabido de él. —tiene la mirada en el vacío. — tengo un mal presentimiento. Si le pasó algo, juro que buscaré a esos asesinos hasta debajo de las piedras y lo torturare hasta que no lo vea respirar.

—Wow. —Reí. Estaba empezando a controlar esto de la mafia. Me estoy acostumbrando. — ¿Sea quien sea?

Me mira con desdén. — Sea quien sea. Era mi hermano, mi amigo del alma. Mi mano derecha. —Lanza el vaso contra la pared. haciendose añicos. Sobresalto — Más vale que Marcus este teniendo sexo y no esté muerto, porque va darme un infarto de la rabia.

—Tranquilo, debe estar disfrutando con esa jovencita. —digo, para calmarlo. — Mientras su mujer está aquí a punto de ser la cuñada de Isabella.

—Así es. Espero que tu hermana no se ponga estúpida. Porque he visto como le pelea a Darío y no me parece correcto.

Me encojo de hombros. — Isabella sabe que es lo que le conviene.

Me apunta con el dedo. — Buena chica.

—Señor, llegó la hora. —Anuncia la encargada de la boda. — Su hija ya está lista para que usted la llevé en brazo al altar.

Alonzo pasa por mi lado y la chica y yo lo seguimos hasta el vestidor donde están las damas de honor, mi abuela, mi madre, mi hermana y la novia. Guau, Isabella se veía más hermosa que las otras veces que se probó el vestido. Mi padre estira su brazo y ella lo toma.

Las damas nos adelantamos e hicimos nuestra entrada con los caballeros en la espera de Isabella y mi padre. Darío se veía encantador también. Lástima que sea tan mierda. El lugar estaba repleto de gente, no pensé que habría tanta. La prensa estaba cada segundo tomándonos fotos desprevenidos.

Natalia empuja mi hombro con suavidad señalándome la segunda fila. Encontrándome con la mirada de Eiden. ¡Santo cielo! Estaba tan jodidamente guapo, se veía tan hermoso. Le sonreí y luego agache la cabeza cuando la canción de boda comienza a sonar. La gente se pone en pie contemplando a la novia en su entrada. Su presencia era el foco absoluto de atención de todas aquellas personas.

Isabella no tenía ni una jodida sonrisa en su rostro y pude notar como mi papá le dice algo al oído que hizo que ella sonriera.

Alcé el mentón y tragué saliva. Todos mis sentidos codiciaron la mirada de Eiden, pero me contuve y me concentré en todos menos en él. No puedo seguir mirándole. Quería abandonar el altar y salir corriendo, incluso miré a mi madre que sabía lo que estoy pensando y me suplicaba que no hiciera nada, incluso Anastasia que está al lado de Natalia me miraba con que no hiciera nada estúpido.

Bajo el mismo cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora