A la mañana siguiente, cuando entra un sol radiante a través de las cortinas, Eiden me demuestra que no siempre es rudo y agresivo despertándome con dulces besos. Me besa cada una de las costillas y me masajea la espalda y los muslos antes de hacerme el amor tiernamente. Podría morir en esta cama con él ahora mismo, entre sus brazos, y no sabría que había muerto.
Eiden me estruja de nuevo entre sus brazos y me da besos por la barbilla.
—Ya no vas a dejarme otra vez —susurró.
—No seas tonto.
Me vuelvo para tumbarme de cara a él, enredando las desnudas piernas en las suyas. Él apoya la frente en la mía.
—Pero ibas a hacerlo —dice en voz baja.
Asiento.
—Sí, iba a hacerlo porque... —dejo la frase a medias.
— ¿Por qué? —Pregunta.
—Ya, ¿sí? Te amo.
Eiden baja la vista, y yo le recorro la ceja con un dedo y luego el caballete de la nariz. Me echo un tanto hacia adelante y lo beso con suavidad en los labios. Sus ojos comienzan a sonreír y me estrecha con más fuerza entre sus brazos, besándome con furia.
—No pienso dejarte ir. —Ríe, y empieza hacerme cosquilla.
Golpeo suave su brazo y deja de hacerlo. — Ni siquiera lo vuelvas intentar, los odios.
— ¿Las cosquillas?
—Si, por supuesto.
Me pone un dedo en los labios. —Ya sé cómo voy a torturarte de ahora y en adelante.
Sonrío con anhelo y apoyo la cabeza en su pecho. Su barbilla descansa en mi cabeza. Oigo el latido de su corazón y su respiración regular, pausada. Nos quedamos así durante horas, sin apenas decir una palabra. Me doy cuenta de que así es exactamente como he querido estar desde que hablé con él en el bar.
El sonido de la puerta hace que sobresalte. Pero, Eiden me dice que tranquila el pestillo está pasado pero me da igual. Me pongo en pie y comienzo a vestirme, y él hace lo mismo.
—Ya sabemos que están follando, pero por favor salgan de una puta vez son las dos de la tarde —Escucho la voz de Theo al otro lado de la puerta. Y me echo a reir al mismo tiempo que Eiden.
Termino de vestirme, y me dirijo a la puerta.
—Andando, nena —dice Eiden antes de salir dándome una palmadita en el trasero.
—Casi no siento las piernas.
—Mierda, bombóm, lo siento mucho. — dice reprimiendo una risa. — Lo que pasa es que nunca te habían follado así.
Le golpeo el hombro y rodeo los ojos antes de dirigirme a la sala de la casa. — No seas malhablado, Eiden, por favor. —digo, y suelta una carcajada.
ISABELLA
—Tu esposo estará una semana fuera. —Dijo mi mamá cuando entré a su cuarto, como si le hubiese preguntado por Darío. — Tu hermana se aprovechó en amanecer fuera porque tu papá está de viaje pero, estoy yo. Que ni crea que se salvó.
Me crucé de brazo. — ¿Cuándo saldrá lo del divorcio? —le pregunté, ignorando todo lo que dijo.
—Hija, yo...
— ¡Ya han pasado dos malditos meses, mamá! —replico gritando. — No me engañes tú también, ya mi papá recibió los millones de euros y aún no han buscado un abogado para empezar con lo del divorcio, ¿Qué está pasando? No quiero seguir siendo la señora Basso.
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Bajo el mismo cielo.
Любовные романыAlessia Moretti es una joven de diecinueve años de la alta sociedad viviendo bajo las reglas de su familia. La muerte de su novio Eric y luego cuatro meses después la muerte de su hermano causó mucho dolor en su vida. Ya año después dice haberlo su...