EIDEN
Por la mañana. Me sentía frustrado, indignado. No encontraba el modo de pensar con claridad. Deseaba la sangre de mis enemigos, pero sabía muy bien que mi rabia haría que también se derramara la de los míos.
Ese día cogí el coche y deambulé sin rumbo, sin tiempo. No me importaba donde comenzaba y terminaba la carretera; probablemente porque lo único que quería era desaparecer, huir bien lejos de mí.
Pero atardeció y tuve que volver a casa y caí en la cuenta que llevaba cerca de una hora parado frente a la mansión sin hacer o decir nada.
Esperé. Y después un poco más.
Hasta que apareció ella y me miró.
Todo mi cuerpo estalló en un fuerte escalofrío y recordé la noche en que imaginé que Alessia me acariciaba. Por un instante, volví a cerrar los ojos y a sentir un reflejo de aquel sombrío placer.
Dejé escapar el aliento conforme Alessia se acercaba a mi ventanilla. Torció el gesto y me miró exasperada. Estaba pálida y sus ojos algo enrojecidos. ¿Acaso había llorado?
—Llegas borracho otra vez —El modo bronco en que habló, me encendió de la peor manera.
Tragué saliva y, una vez más, apreté los dientes.
Alessia se dio cuenta del gesto. — Porque no te largas al Sigma a emborracharte ya que es para lo único que sirves.—Y se marchó.
Bajé del coche. Alessia introdujo la llave en la cerradura de la puerta. No se daba cuenta de que me acercaba a ella, enfurecido. Y yo tampoco me di cuenta de hasta donde llegaba esa furia hasta que le arrastré dentro, llevándola a su habitación. No querría que nadie nos viera discutir.
Cerré la puerta de un golpe y le empujé con suavidad contra la pared. Alessia se permitió desconcierto, pero luchó por disimularlo. Al menos hasta que me miró a los ojos. Sus pupilas titilaron y adquirieron un extraño brillo.
Rodeé su cuello con una mano mientras la otra le apresaba el antebrazo. El gesto le obligó a echar la cabeza hacia atrás, pero Alessia cerró los ojos y yo me acerqué a ella. Acaricié su barbilla y la curva de su labio inferior con la punta de mi nariz.
—Me provocas, ¿para qué? Para que luego me salgas con que me aleje de ti. —gemí encargándome de arrinconar su pelvis con la mía.
—Te pedí ser amigos, y si me acerqué a ti anoche fue para hablar contigo sobre tu borrachera. —jadeó dejando que su cuerpo lentamente se abandonara a mis intenciones. Fueran cuales fueran.
—¿Y a ti que te importa?
Giré su cuerpo en un movimiento brusco y volví a empujarle contra la pared. Con la misma suavidad que la maniobra anterior, apoyé mi pecho contra su espalda enloquecido con la idea de que ella sintiera mi excitación completamente pegada a sus caderas. Pero, lejos de asustarse, Alessia se estremeció al tiempo en que dejaba que besara su cuello.
—No me hagas esto, Alessia... —susurré sobre su cuello, dejándome devorar por lo que me hacía sentir. No pude evitar el latigazo de deseo que me sobrevino ni tampoco la presión que hice sobre su cuerpo. Desabroché su cinturón
Estrujé la tela de la cintura de su pantalón. Alessia gimió agitada y me trastornó pensar que podía hacerla mía una vez más en ese instante. No era el único excitado allí. Pero cuando intenté tira de su pantalón, saco una fuerza escondida y me empujó hacia atrás. Abrochándose el cinturón de su pantalón.
—No es asi como me vas a tener, Eiden... —se humedece el labio. — No me acuesto con borrachos.
Lo último me dolió.
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Bajo el mismo cielo.
RomanceAlessia Moretti es una joven de diecinueve años de la alta sociedad viviendo bajo las reglas de su familia. La muerte de su novio Eric y luego cuatro meses después la muerte de su hermano causó mucho dolor en su vida. Ya año después dice haberlo su...