27. Noche Arruinada.

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—Soy Fred —dice una voz acompañada de un fuerte olor a whisky y colonia de hombre barata.

El tío es de complexión media, musculoso, pero no demasiado. Tiene los ojos inyectados en sangre, igual que el rubio que está a su lado.

Sonrío por sonreír y miro de reojo a Eiden, que viene hacia mí.

—No estoy sola —digo amablemente.

El musculoso mira la otras sillas y luego de nuevo a mí como para hacer ver que no hay nadie.

— Alessia —dice Eiden, tras ellos—. ¿Estás bien?

—Sí, estoy bien —contesto.

El musculoso se vuelve y lo ve.

—Ha dicho que está bien —suelta, y percibo su tono desafiante.

—Está conmigo —aclara Eiden procurando no alterarse, aunque probablemente sólo lo haga por mí: ya tiene en los ojos esa inconfundible mirada agresiva.

El rubio se ríe.

El musculoso me mira otra vez; en una mano, una botella de Budweiser.

— ¿Es tu novio o algo?

—Sí, totalmente.

—No eres su novio, así que lárgate, tío. —le dijo el tipo a Eiden. 

¿Estaba sordo este tipo o qué? Dije que era mi novio.

De agresiva acaba de pasar a furia asesina. Eiden no va a aguantar mucho más.

Me levanto.

Eiden se acerca más y ladea la cabeza mirando al tío. Luego me mira a mí.

—Mejor siéntate, amor. No va pasar nada. —Luego mira al tipo de nuevo. — Sí me estoy controlando es por ella, imbécil. Así que o te largas por las buenas o por las malas. —Eiden se redondea la barbilla cuando ve que no le hace caso, y veo que está que bufa cuando se encara con el musculoso y le espeta: —Lárgate de una puta vez o te rompo los dientes.

El rubio, el más listo de los dos, le pone una mano en el hombro.

—Venga, tío, vámonos.

Y señala hacia donde se supone que estaban sentados antes.

El musculoso le aparta la mano y se aproxima más a Eiden.

Y ya está liada.

Eiden retrocede con el taco y se lo estampa al tío en el pecho, levantándolo y cortándole la respiración. El tío da un traspié hacia atrás, está a punto de darse con mi mesa, pero intenta agarrarse al borde para no caerse. Pego un grito y cojo el bolso justo antes de que caiga con él. Mi cerveza se estrella contra el suelo. Antes de que el tío pueda levantarse, Eiden está encima, descargando una lluvia de puñetazos sobre su cara.

Me aparto más y me acerco al extremo de la escalera, pero más gente se arrima para mirar, creando una barrera detrás de mí. Veo que Evan y Theo corren hacía la multitud apartándola de un empujón para ayudar a Eiden.

El rubio se lanza contra Eiden por detrás y lo coge del cuello para separarlo de su amigo. Entonces yo me tiro encima de él, dándole en la cara con mi endeble puño, el bolso enredándoseme en el hombro e impidiendo que le acierte, ya que no deja de moverse. Pero Eiden se zafa del rubio con facilidad, se revuelve y le encaja una patada justo en mitad de la espalda que lo tira al suelo de bruces.

Entonces me coge de la muñeca.

—Déjamelo a mí, bombóm.

Me empuja hacia la mesa y se centra otra vez en los dos tíos en un abrir y cerrar de ojos. Pero ya Theo tenía los puños al aire para clavárselo al rubio, y Evan empujaba al musculoso tirándolo al suelo.

Bajo el mismo cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora