60. Lo mejor habría sido no despertar del coma.

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ALESSIA

Como era pensado los días pasaron y Eiden seguía en su mundo. No hacía falta que le habláramos o le diéramos consejo todo seguía igual con él. A veces provocaba encerrarlo y que no saliera nunca solo para no verlo de ese modo.

Recordé que Isabella tenía consulta con su médico hoy, y como siempre va con mi madre, pero hoy decidí acompañarla yo. Camino hasta su habitación y para mi suerte la puerta estaba sin el pestillo, abro y cuando miro al frente, la rubia inhaló una línea de polvo blanco que estaba sobre la mesilla.

— ¡Vaya, vaya! —fue lo que dije, ella se llevo la mano a la nariz y corrió al baño. Minutos después, salió un poco avergonzada.

—No es lo que piensas. —dijo.

Me ve cara de estúpida.

—Ah, y, ¿Qué es lo que yo pienso? —me cruzo de brazo, ansiosa por su respuesta.

Rodea los ojos. — Bueno, eso que pasa por tu cabeza justo ahora.

— ¿Tú no tenías que ir al doctor hoy?

—Sí, pero la doctora Ferretti no va estar en su consultorio y para recetarme con el doctor Ferro a sola sería buscarme un problemón con Jace.

—Primero tu salud y después los demás, que te importe una mierda lo que Jace diga, él tiene que entender que es por tu salud. Ese doctor te ha estado viendo desde que caíste en coma, ya sabe tu historial. —me detengo cuando miro los resto de polvo blanco sobre la mesa. — ¿Por qué carajos te drogabas, Isabella?

—Me da energía.

—Y una mierda. Tanto que hablas de que Eiden es un alcohólico y tú vienes siendo la versión más desquiciada de él.

—Ay, deja tu mierda para después. —hace una mueca. — Me he drogado desde que tengo quince años.

¡¡ ¿QUINCE AÑOS?!!

— ¿Quince? —abro los ojos como platos.

—Sí, Enzo una vez me vio y le prometí que no lo volvería hacer pero, es obvio que no lo cumplí. —Se encoje de hombros. — Drogarse no es malo, malo es no hacerlo. — Ríe. Alza las manos. — Está bien, está bien, está bien... me equivoco. Sí es malo.

Me acerco a ella y la tomo del brazo clavándole las uñas, no me importó hacerle daño. — Que sea la última vez que tú consumes cocaína, Isabella. ¿Me estás escuchando?

Se suelta de mi agarre y me empuja. — ¿Quién te crees tú?

—Soy tu hermana mayor. Tengo derecho a preocuparme por ti.

— ¿Quién lo dice? ¿Tú?

— ¿Qué sucede? —Anastasia se une en la habitación. — Mi mamá pregunta que, a qué hora piensas bajar, Isabella... —Luego me mira. — y tú Alessia, te necesito, la boda se va adelantar para la próxima semana.

— ¿Por qué tan pronto?

—porque así lo quiero, y necesitamos ver los vestidos de las dama de honor, ya tengo las medidas de todas. Así que vamos, acompáñame.

Miro a Isabella, y ella me ignora. — La vida te dio una maldita oportunidad de vivir, te levantó de esa camilla y te dio las fuerza y la salud para que volvieras con nosotros, a pocas personas les pasa. A ti que te pasó, la desaprovechas. No creas que las drogas es la solución.

— ¿Qué drogas? —pregunta Anastasia desconcertada, ella me mira y luego a Isabella, y viceversa. — ¡Respondan!

—Me vio drogándome. —responde Isabella, cabizbaja.

Bajo el mismo cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora