16. Del mal en peor.

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JACE

Llego puntual y ahí está. Tiene su melena rubia recogida en un moño casual. Varios mechones le caen por la cara y se mueven con la brisa. Lleva puesto un pantalón ajustado negro y una camisa azul clara. Pero lo que más llama mi atención son sus labios pintados de rojo. Trago saliva tratando de calmarme. Me afecta. Con cada paso que doy hacia ella algo se mueve en mi estómago. Como si intuyera mi presencia, se gira, y cuando me ve sonríe. El cielo está nublado, pero su gesto ilumina toda la calle.

— ¡JC! —se pone en pie y viene hacia mí. Mi corazón se acelera preocupantemente. «¿Qué coño me pasa?». Saca una libreta de su bolso y me la entrega. — Aquí está todo la tarea que mandaron hoy. —Pasa por mi lado para marcharse, pero la cojo de la muñeca, no voy a dejar que se vaya, quiero quedarme con ella un rato más.

—Sé que quieres irte a casa, pero te invito un helado. —Sonrío.

Arquea una ceja. — ¿De cuándo acá?

—Oh, vamos, quiero ser amable contigo. —Coloco mi brazo alrededor de sus hombros y la llevo hasta la mesa más cercana. Le abro la silla para que tome asiento y yo me siento junto a ella. — ¿Chocolate, mantecado, fresa, choco chispa? —le guiño un ojo. — Tú decides.

—Choco chispa.

Alzó el brazo para llamar la atención de la camarera. —Hey, dos helados de choco chispa. —La camera asiente y se marcha. Miró a Isa y tenía una mirada confusa. — ¿Qué?

—solo eres amable porque te estoy pasando la tarea.

Suelto una carcajada. — Está bien, me descubriste.

Pone los ojos en blanco y me sonríe, gesto que me sorprendió. 

— Eres un gilipollas.

Me llevo la mano al pecho fingiendo que me dolió su palabra. — ¡Auch!

—Aquí están los helados. —La camarera pone los helado sobre la mesa, nos pregunta que si queremos algo más y decimos que no. Así que se marcha.

—Está delicioso. —Dice Isabella después de darle un bocado. Pero lamentablemente le cae un trozo de helado en su hermosa y cara blusa azul, que intentó limpiarla pero termina embarrándolo más. Maldijo por lo bajo y no pude contener mi risa. — Parezco una niña de cuatro años, joder. Pensaran que soy estúpida.

—Quizás lo eres. —Reí fuerte, y ella me aventó un poco de helado en mi camiseta blanca. — ¡Hey!

—Ahora somos dos estúpidos.

Si esto lo hubiese hecho otra persona o ella dos meses atras, creo que me enojaría y lanzaría la mesa al suelo. Porque mi problema de Ira es una mierda. Pero ahora, solo me causa risa. Solté una carcajada que no pude conmigo mismo.

—Qué risa tan fea. —murmura ella, y se echa a reír.

—Hey, tengo la risa más sexy del mundo.

Rodea los ojos. —A mi no me parece. —Luego se me queda viendo con una mirada profunda que me puso los pelos de punta. Tragué saliva, y tuve que removerme en mi asiento para que no notara mi nerviosismo. Joder, deja de mirarme así. — ¿puedo pedirte un gran favor?

Pide lo que quieras por esa boquita.

—Eh, Si.

—Me encantaría que me dejaras de molestar delante de mis amigos, a veces me parece muy incomodo y... —Suspira. — No sé, pero a veces también me afecta.

— ¿Por qué te afecta? —quise saber.

—Porque me acosté contigo. —Dice muy tímida, y lo único que pude hacer fue ofrecerle una sonrisa.

Bajo el mismo cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora