48. Tú tienes sexo y cobras, yo tengo sexo y es gratis.

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EIDEN

«Solo necesito tiempo. Mucho tiempo para poder superar todo esto» Las palabras de Alessia resuenan en mi cabeza sin cesar. Sé que tiene razón, pero desearía que no fuera así.

—Valerio quiere que salgamos de aquí, cabrón. —La voz de Jace me saca de mis sombríos pensamientos.

— ¿Cómo dices? —pregunto. Casi me olvido de que estoy conduciendo.

Pone los ojos en blanco y le da una calada al cigarrillo.

—Valerio quiere que salgamos de aquí, que volvamos a Italia. No tenemos protección aquí, y él no puede protegernos desde más de quinientos mil kilómetros, Eiden.

Gruño.

—Hablaste con Isabella.

—Ella está totalmente de acuerdo. A pesar de que su hermano falleció, está de humor para tomar decisiones. Y esa fue su decisión, está de acuerdo.

—Hablé con Alessia, ella aún no sabe qué hacer.

—Pues que decida pronto, Valerio está por enviar su Jet.

—No es verdad —digo lentamente.

—Es verdad. —Tira lo que queda del cigarrillo por la ventanilla

—Tengo que hablar con él. —mascullo, giro hacia nuestro departamento.


ALESSIA

—Yo no quiero volver a Italia, mamá, me vale lo que piense Valerio, Isabella y tú. —Exclamo entre dientes. — Estoy cansada de huir, cansada de vivir esta miserable vida, cansada de tantas mierdas. Cada vez que empiezo en una universidad me salen con que nos vamos o no puedes. Quiero continuar con mi carrera.

—Isabella, Anastasia y tú son lo único que me queda. —Me grita ella entre sollozos. — Ese desgraciado me quito a Enzo, a Matteo, y no puedo permitir que me arrebaten a ustedes también, nunca debimos irnos, Alonzo siempre nos hallará. Siempre. En cambio, estando con Valerio nada nos pasará. Y tú lo sabes.

Pueda que tenga razón pero, ya estoy hartísima.

Me senté en el sofá y apoyo la cabeza entre mis manos. — Yo tampoco quiero que nos pase nada, mamá, pero no quiero estar huyendo cada vez que estemos bajo peligro. —Rompo a llorar. — Matteo sabría qué hacer. —dije con voz rota. — Matteo era... era la versión de Enzo. Ya no quiero seguir perdiendo a más hermanos. —Suelto un sollozo. — Ya no quiero, mamá, ya no quiero.

Siento su cálidos brazos rodearme.

—Shhh... —Besa mi cabeza. — Deja todo en mis manos. Todo estará bien, vendrán tiempos mejores...

— ¿Cuándo? —jadeo. — ¿Cuándo, mamá?

—Pronto. Lo prometo.

Nos apartamos cuando escuchamos la puerta cerrarse.

—Mamá, ¿Dónde tiraste las cenizas de Matty? —pregunta Isabella cruzada de brazo.

Mi mamá se levanta. — Aún la tengo en mi habitación, y no creo poder echarlas nunca. —seca sus lágrimas. — Pienso que... una madre nunca debería ver a sus hijos morir, así no es el destino, así no es la vida.

—Estás loca. —Isabella hace una mueca y la mira extrañada. — dices cosas sin sentido.

—Isabella... no es el momento. —le digo.

— ¿No es el momento para qué?

—Para discutir.

—Púdrete, no estoy discutiendo. —dice, y sube los escalones hasta desaparecer de nuestra vista.

Bajo el mismo cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora