41. Cuando te rompen el corazón.

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Pasan cinco semanas y aún Eiden sigue diciéndome que no vendrá. Porque "según" tiene cosas que hacer con Valerio. No sé a dónde va llevarnos todo esto, pero la verdad es que ya me está hartando. Si no va venir, pues entonces que no me engañe con que viene la otra semana.

El problema es que no me siento traicionada, sino más bien triste y desilusionada. Después de todo este tiempo, sigo acostándome con la canción en la cabeza que me cantó en el Sigma. Y aunque no lo quiera aceptar, creo que esto ya se terminó y es lo que más me duele.

Comencé a trabajar los fines de semanas como voluntaria en el hospital de los angeles, cosa que me ha servido de ayuda mental porque son las horas que me olvido de Eiden por completo. Como buena voluntaria el director del hospital me ofreció una beca para continuar con mis estudios. Cosa que me alegró. He estado muy feliz estos días por eso.

De lunes a viernes trabajo en una tienda boutique (de 8am a 2pm el mejor horario que pude recibir) es un establecimiento comercial pequeño, especializado en artículos de moda y lujo como prendas de vestir y , que está localizado dentro de un centro comercial. Debo hacer algo por ayudar a mi mamá, ya que Isabella sólo se la pasa en el departamento donde vive Aurora, Natalia, Evan y Jace. Y no hace nada. Además me va de maravilla y mucha gente le gusta hablar conmigo porque le gusta mi acento Italiano. Y eso es un alago para mí.

Hoy regresé temprano a casa (aunque siempre llego temprano), me doy una ducha y entro a mi cuarto. Que aún no puedo creer que mi mamá no me haya dejado cambiarme de habitación. De verdad no quería seguir durmiendo con Isabella, pero mi mamá dice que no hay que abusar de la confianza. Y tiene razón.

Cuando estoy peinándome frente a la peinadora el sonido de la canción irritante que tiene Isabella en su celular comienza a sonar. «Y la baila, y la goza, y la canta Aserejé, ja, de je, de jebe tu de jebere sebiunouva, majabi an de bugui an de buididipi»

Exhalé.

—Jodeeeer, tu celular está sonando. —Grité. Lo peor es que tiene el sonido para mensaje y para llamada de entrante.

Cuando veo que parece no haberme escuchado, corro a ver quién es. Contuve la respiración cuando el nombre de Eiden alumbraba la pantalla. Era una llamada de whatsap ¿Para que la estará llamando? ¿Por qué no me ha llamado a mí? ¡Tiene días que no lo hace! Y cuando yo lo llamo, no me responde. Se me acelera el corazón mientras tamborileo sobre la pantalla. En ella aparece la cara de Eiden, y, por un momento, dudo si cogerlo o no.

Hasta que me decido. Necesito aclarar las cosas.

Descuelgo la llamada.

—Hola. —Digo.

— ¿Isabella? —su voz me eriza la piel.

—Alessia. —corrijo. Hubo un profundo silencio. — Está bien si no quieres hablar conmigo, Eiden, pero por favor ya háblame con la verdad. —Chasqueo la lengua. — ¿Cuál es el misterio? Si ya no quieres seguir saliendo conmigo, está bien, pero ¡Dímelo! Estoy harta de que estés engañándome con que vendrás el otro fin y el otro fin y el otro fin. Y no vienes nada. ¿Acaso crees que tengo cuatro años o qué?

—Bombóm...

— ¡Ya basta! Te pido para hablar por Skype y no quieres. Porque "según" no tienes una cuenta. Pero para eso nunca hay problema porque puedes registrarte una. Ah, pero no, solo no quieres verme. ¿Acaso conociste a alguien más? ¿Estás viendo a alguien más? Porque si es eso, está bien, no hay problema. Pero dímelo.

—Alessia.

Se me rompe el corazón cuando oigo que me llama Alessia. Se hace añicos, literalmente, pero lo único que consigo decir es...

—Eres un gilipollas...

—Vale, Soy un gilipollas tú tenías razón —me dice nada más. — Pero hay cosas que no logró entender, cosas que... no sé qué hacer, me estoy volviendo loco. Juro que quiero... —Gruñe. — Me odio a mi mismo por no estar frente a ti y decírtelo en la cara, pero solo voy a decirte una cosa, Alessia, y aceptaré la decisión que vayas a tomar. Sea buena o mala, la aceptaré. Aunque vaya dolerme.

Se me llenan los ojos de lágrimas y siento que mi corazón deja de latir. Por cómo lo ha dicho, sé que lo peor está por llegar.

—Reuerda que el sigma lo remodelaron y está mejor que antes, bueno, estuve en su inauguración con Casey muy pasado de tragos y estaba cabreado por toda la situación que está pasando, pensando en mis amigos, en ti... Estábamos hablando y tomando algo. Ella se puso a llorar. Me dijo que siempre me ha querido y luego...

— ¿Luego qué, Eiden? ¿LUEGO QUÉ? —grito como una histérica, temblando como una hoja.

—Nos besamos. Ella me besó a mí y yo... ¡Joder! —Maldice en voz alta y escucho que golpea algo—. Le devolví el beso. Estaba fatal, Alessia, cabreado conmigo mismo. Me sentía culpable por todo, extraño a mis amigos, y cuando me besó, pensé que al menos podía hacer algo bien. Qué estúpido, ¿verdad?

Estoy bastante segura de que voy a vomitar. Siento el sabor de la bilis en la garganta, pero me obligo a aguantar. La cabeza me va a doscientos, tengo el corazón roto y no puedo parar de temblar. Hace frío, de pronto me estoy congelando aquí dentro. Ahora entiendo para que llamó a Isabella, para contárselo a ella y que esta le diera un consejo.

— ¿Hicisteis... algo más aparte de besaros?

No sé ni cómo he sido capaz de decirlo en voz alta, pero necesito saberlo.

—No... no me he acostado con ella, pero tampoco te voy a mentir, estuve a punto de hacerlo, quedamos semi desnudos; sin embargo, recuperé la cordura y me detuve a tiempo.

Ahora sí, entro corriendo en el lavabo y vomito todo lo que he comido durante las últimas veinticuatro horas. Vomito sin parar y cuando por fin termino, me doy cuenta de que Eiden no ha colgado. Escucho ruido en el pasillo, pero no me precipito a ver quién es. Cuelgo la llamada.

Me desplomo en el suelo. Hasta que la maldita canción que tiene Isabella como tono comienza sonar una vez más.

Cabreada descuelgo la llamada.

— No quiero volver a saber más nunca de ti —le grito, tan fuerte al teléfono, que Isabella sube corriendo y, me ve tirada en el suelo a punto de entrarme un colapso. — Creí que eras diferente, me has roto el corazón.

—Lo siento. Te quiero, te quiero mucho, Alessia. No quería hacerte daño —me dice, pero soy incapaz de procesar ni una sola palabra porque es como si estuviera muerta por dentro.

Cuelgo la llamada, no quería oírlo más.

Esto es lo que se siente cuando te rompen el corazón y luego te lo pisotean, ¿verdad? En ese caso, ¿por qué se enamora la gente? Y lo peor de todo es que, cuanto más enamorado estás, más dolorosa es la caída.

Bueno, cada quien se mata a su manera, unos beben, otros fuman y otros se enamoran.

Yo me he enamorado locamente, me he entregado en cuerpo y alma, con todo lo que soy y todo lo que tengo en mi interior. Había arriesgado todo por él. Jamás había sentido un dolor tan fuerte así. Ni siquiera la muerte de Eric me afectó tanto que mi rompimiento con Eiden.

Me dolía el corazón.

Me dolía el alma.

Me dolía el cuerpo.

Me dolía la vida.

—Nada es para siempre, Alessia. —Dijo Isabella, recogiéndome del suelo.

Sabía que nada era para siempre.

Pero con Eiden Di Castro había hecho una excepción.

Bajo el mismo cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora