A la mañana siguiente suena el despertador. Lo apago con esfuerzo y lo primero que hago es llamar a mi mamá. No he dormido absolutamente nada. Estoy emocionalmente hundida y necesito pasar todo el día en casa. Mi mamá dice que todo sigue igual con Isabella. Y estoy empezando a darme por vencida a que un día llegue a despertar.
Mi cuerpo está dolorido por el golpe y lo único que quiero es quedarme en la cama todo el día. Pienso en todo lo que ha ocurrido en los últimos meses y me lamento. Mi vida ha dado un desagradable giro de 180 grados. Sin Isabella, sin Matteo y sin la persona que me hacía sentir especial. Estoy tan inmersa en mi dolor que pierdo la noción del tiempo. El sonido del teléfono me sobresalta. Rápidamente pienso en el hospital y mi corazón late con fuerza. Ignorando mi dolor me siento rápidamente sobre la cama y descuelgo sin mirar el número.
— ¿Sí? —respondo nerviosa. Soy incapaz de controlar mis manos.
—Alessia, soy Luciano...
—Hola, Luciano —mi voz es temblorosa—. ¿Qué ocurre?
— ¿Estás bien? Te noto agitada —hace una pausa para que responda.
—Sí, sí, no te preocupes...
— ¿Dónde estás? Toque tu puerta en tu habitación pero no atendiste—me tenso. Escuche que alguien tocaba pero no quise abrir.
— ¿Dónde voy a estar? En el hospital —miento. Varios golpes suenan en la puerta de mi habitación—. Oye, Luciano, hablamos ahora. —cuelgo y dejo salir todo el aire contenido. Camino hasta la puerta extrañada, y cuando descubro quién hay tras ella mis ojos se abren como platos.
—Buenos días —dice Luciano con sus brazos cruzados y la frente arrugada—. ¿Por qué coño me has mentido? ¿Qué ocurre?
—Yo... —trago saliva, incrédula—. ¿Cómo sabías?
—Al llamarte oí tu teléfono desde el pasillo. Y tú Porsche está afuera—sonríe. Trato de buscar una excusa para no preocuparle, pero antes de poder siquiera pensarla mis lágrimas me traicionan—. Alessia... —me abraza. Necesitaba tanto un hombro en el que llorar.
—La vida es una mierda, Luciano —digo entre sollozos.
—Tranquila, preciosa... —tira de mi barbilla para buscar mis ojos—. Sé que todo esto es una total mierda pero, debemos ser fuerte —asiento mientras seco mis lágrimas con la manga del pijama. Vuelve a abrazarme tiernamente y oímos paso cerca de nosotros. Miramos a la vez buscando la causa del ruido, y cuando consigo enfocar no puedo creer lo que veo.
—Buenos días, Eiden —Saluda Luciano apartándose de mí e ignorando lo que ocurre entre nosotros.
Eiden me mira con los ojos entrecerrados. — Parece que ya estás muy ocupada, ¿no?
—Hey... ahórrate tu comentario. —le dijo Luciano.
—Tú mantente al margen. Lo que hay entre Alessia y yo no es asunto tuyo —contesta Eiden con desafío.
—No me importa su jodida relación, me importa es ella... que siempre es la que sale lastimada por tu culpa. —se acerca amenazante a Eiden, y este hace lo mismo. — deja de lastimarla.
Me coloco en medio de los dos y pongo mis manos sobre el firme pecho de Luciano para separarles. Están demasiado cerca, y cualquier mal gesto podría desencadenar una pelea.
—No te ensucies las manos con este imbécil, Luciano. No vale la pena. —corta el contacto visual con Eiden y al ver mi angustia cede a lo que le pido—. Y tú... —me giro y le miro con odio— Lárgate. No sé a qué coño has venido. Vete con tu sanguijuela.
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Bajo el mismo cielo.
RomanceAlessia Moretti es una joven de diecinueve años de la alta sociedad viviendo bajo las reglas de su familia. La muerte de su novio Eric y luego cuatro meses después la muerte de su hermano causó mucho dolor en su vida. Ya año después dice haberlo su...