Capitulo 40

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 -¿Podemos volver ya a lo importante?-tosió Paloma mientras las chicas aún estaban abrazadas.

Ambas se separaron y la miraron.

-¿Y lo importante es...?-preguntó Eva, haciendo énfasis en la última palabra para que Paloma completase la frase.

Ambas chicas vieron asustadas como los ojos de Paloma se iluminaban.

-¿Te lo has tirado ya?

Era la segunda vez que le hacía esa pregunta.

-Eso es cosa de Verónica.-le gruñó Eva.

-No, no es cosa sólo de ella con quien pierde la virginidad.

Eva y Verónica se miraron y comenzaron a reírse por algo que Paloma desconocía. La chica se puso de rodillas en el sofá y las miró incrédula.

-¿De qué os reís?

Verónica y Eva se volvieron a mirar.

-¿Se lo decimos?

-¿Crees que lo publicará por ahí?

-No tengo a Paloma por chivata.-le respondió Verónica.

-Bueno, tú misma.

Verónica volvió a posar la mirada en Paloma y soltó la siguiente frase en voz baja, como si temiese que los vecinos la escuchasen.

-Paloma, yo no soy virgen.

-¡¿Qué?!

La chica se quedó sin habla. Jamás se había esperado eso de Verónica.

-Y no es una chica menos responsable por no serlo.-prosiguió Eva.

-¡¿Con quien fue?!

Verónica miró de nuevo a Eva, sin saber si quería darle esa información, pero sin ver ningún motivo para no hacerlo.

-¿Te acuerdas de mi novio Derek? Ese inglés que salió conmigo desde los once hasta el año pasado que cumplí dieciséis...pues él.

Paloma estaba anonadada.

-¿Entonces no vas a perderla con David?

Eva puso los ojos en blanco.

-Toda primera vez con un chico es una primera vez que se tiene que recordar igual de bonita que esa primera vez. Verónica aún tendrá muchas primeras veces en su vida.

La chica miró de soslayo a Eva y con voz gatuna añadió.

-Si lo mio con David sale bien sólo tendré una primera vez mas en mi vida.

Eva suspiró, sin querer quitarle la razón de ninguna forma. Por su parte, Verónica tembló al imaginarse en esa situación con David. Aquel chico era capaz de erizarle la piel con la ropa puesta. Aún sentía sus brazos abrazándola como lo hizo la noche anterior. Ese olor tan suyo y tan penetrante como la noche misma. Libertad en esencia y en forma de unos brazos fuertes que la acariciaban. Volvió a temblar. No sabía que sería de ella si lo viese desnudo y en plena escena. Se mordió los labios sin poder evitarlo y se mareó de golpe, como si todo temblase ante aquella imagen en su cabeza. Veía sus ojos grises cubiertos por esas espesas pestañas y su musculado cuerpo, tan duro que dolía no tener sus manos sobre él.

Lo que sintió con Derek no se parecía ni en una pizca pequeña a lo que sentía con David. David era increíble y ella no paraba de preguntarse qué había visto en ella. Ese chico perfecto que podía tener a cualquier mujer el tiempo que quisiese. Tan seguro de si mismo. Tan él, agresivo a veces y otras lleno de calma, aunque ella desconociese de que ella era la razón de ese estado en el joven. Desconocía si había hecho bien en estar con Derek, pero en su momento pensó que jamás iba a tener la confianza que tenía con él con nadie mas. Fue su forma de despedirse de ese chico rubio y desaliñado que le había robado el corazón desde los once hasta que se fue un mes antes de que la chica cumpliese dieciséis. Antes de que David entrase en su vida, aún pensaba en Derek y en el momento que compartió con él, aunque fuese un momento torpe por parte de ambos. Fue una sola vez, la noche antes de que el tomase un vuelo con su familia para volver a su tierra, Gran Bretaña. No duró mucho, pero fue mas que suficiente para unirlos más de lo que aún estaban. Ambos lo pasaron mal las primeras semanas, pero luego se fueron acostumbrando a las ausencias del otro y desde que David entró en su vida, nunca había vuelto a pensar en Derek hasta ese momento. Derek fue increíble, pero no tenía comparación a David. A Cobra, o a quien quiera que fuese. David era capaz de abrasarla con la mirada, de prenderla en llamas y de hacerle perder el control de una forma que jamás se había imaginado. Era fuego y lava al mismo tiempo que era la arena seca y el mar. Era esa chispa que a ella le faltaba sin haberse dado nunca cuenta.

-Está bien, está bien, pero a pesar de eso tengo que hablar antes con él. Quiero saber cómo es el chico con el que mi mejor amiga sale.

La voz de Eva interrumpió sus pensamientos. Verónica agarró la mano de Eva con dulzura y le sonrió. Una suave brisa comenzó a entrar por la ventana.

-Yo tampoco soy virgen.-dijo Eva, sorprendiendo a Paloma aún más.

-¿Venga ya? ¿Os habéis puesto de acuerdo para tomarme el pelo?

Verónica y Eva volvieron a reír, y Paloma volvió a quedarse sin formar parte de esas risas.

-¿De verdad?

-Sí, fue mas o menos hará unos meses. Él era alto, guapo, esbelto...y además listo. Lo conocí en una fiesta universitaria en la noche de San Juan.

-¿Te acostaste con un tío al que no conocías? Eso parecería típico de mi, ¿pero de ti?

Eva prosiguió hablando, divertida.

-No lo hago con cualquiera. Tengo diecisiete años, casi dieciocho porque cumplo los años en enero, mientras que tomes precauciones...-Eva añadió lo siguiente porque vio la forma en la que Paloma la observaba- A ver, no tienes que sentirte obligada a hacer nada con nadie por presión, ni a una edad ni a otra. El sexo no tiene edad, tiene algo que se llama riesgo y es algo que hay que evitar a toda costa. Yo aún quedo con ese chico de vez en cuando, pero siempre tomamos protección, y si no estás segura de hacer algo con alguien, deberías de esperar. Mi hermana me dijo que la perdió a los veinte, y veo esa edad más lógica que a la que la perdí yo, pero las cosas llegan cuando llegan.

-¿Por qué la ves más lógica?-le preguntó Verónica.

-Porque a esa edad eres mas consciente de tu cuerpo y además mi hermana es más madura que yo. Aunque muchas veces sea una niña pequeña, pero tiene más madurez y conoce mejor su cuerpo que yo. Además, supongo que es mas difícil que alguien te presione a hacer algo si no te sientes preparada. No hay que hacer nada para sentirse de una forma u otra, simplemente saber que todo tiene una consecuencia y no quiero incitar a nadie a tener sexo. -dijo eso último mirando de nuevo a Paloma.- Yo lo habría hecho mas tarde, tal vez debería de haber esperado a los dieciocho, pero no se dio el caso y tampoco me arrepiento.

Para sorpresa de Eva y de Verónica, Paloma comenzó a llorar. Ambas se quedaron sin saber bien que decir ni como reaccionar.

Verónica se levantó y la abrazó.

-¿Eh, estás bien?

La chica sólo hizo más fuerte su llanto y pasaron a ser lágrimas descontroladas.

-Tengo que irme.-sollozó.

-¡Eh, espera! ¿Darren ha hecho algo que tú no querías hacer?

Paloma miró a Verónica, jamás la había visto tan seria.

-No, él no ha hecho nada.-respondió gimoteando y tratando de calmarse mientras se alejaba hacia la entrada de la casa.

Las chicas la siguieron al unísono, casi tropezando para lograr alcanzarla.

-Espera, si él no ha hecho nada, ¿entonces quien?

-¿Qué es lo que te ha pasado?

Paloma se encaró a ambas aún sollozando y limpiándose las lágrimas de los ojos.

-¡Nadie! ¡Nadie! ¿Vale? ¡Dejadme en paz!

Chilló justo segundos antes de abrir la puerta, salir y cerrarla de un portazo dejando dentro a las otras dos chicas, aturdidas.

Ambas se miraron preguntándose si deberían de seguirla, pero sin mediar palabra decidieron dejarla a solas para que se calmase. Jamás habían visto así a Paloma. Era la típica chica que siempre tenía ganas de mas, sonriente y a la que le gustaban los líos y los cotilleos, pero jamás se les había pasado por la cabeza a ninguna de las dos que también era la chica con problemas.

-Luego la buscaremos.-sentenció Verónica.

Eva asintió con la cabeza.

-Tengo que ir a recoger a mi hermano.-prosiguió la chica, mirando el reloj de la entrada de su casa.- ¿Me acompañas?

Muchas gracias por leer. Sois geniales. ¿Os ha gustado? 

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Ciudad de niebla© |TERMINADA| (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora