David se deslizó entre el grupo ante la atenta mirada de Verónica. Ni tan siquiera ella fue capaz de ver como arrebataba un móvil a uno de ellos de uno de sus bolsillos traseros. Ni tan siquiera él fue capaz de ver como Jorge se acercaba hacia él vestido de paisano y le agarraba la mano. Todo pasó muy rápido. A David le pilló por sorpresa, pero se recompuso rápidamente al reconocer al policía. Sabía que Jorge no le haría daño. Era un simple policía. Un policía como los demás, pero había algo que lo diferenciaba de todos ellos. Él conocía su historia.
Los ojos oscuros de Jorge le indicaron que volviese a meter el teléfono de donde lo había sacado, que aún estaba a tiempo. Con la mano con la que no lo agarraba se tocó la cintura, señalando que llevaba ahí su arma y que no duraría en usarla contra él. David pensó en milésimas de segundos que si aquel policía no fuese Jorge le habría partido la cara. A él y a todos los que fuesen, pero por alguna casualidad o capricho del destino había sido él quien había agarrado su mano. Probablemente si Jorge no lo conociese no hubiese reparado en él y en lo que iba a hacer. Nadie se habría dado cuenta. Como cada vez que robaba. Sus manos eran invisibles para el resto del mundo.
David hizo lo que Jorge le pedía. Sin ni tan siquiera pensárselo. Le debía demasiado a aquel hombre como para no hacerle caso. Si no fuese por él, David sabía que él también estaría en la cárcel. Como su hermano. Y si no fuese por Jorge, él ya no estaría vivo. Le había salvado la vida dos veces. Una de ellas a manos de su jefe cuando aún era un niño, y otra le había salvado de si mismo. El mayor de los peligros a los que se había enfrentado.
David dejó caer el móvil en el bolsillo del vaquero de la persona a la que se lo había robado, sin que este ni nadie a su alrededor se diese cuenta. El grupo siguió avanzando, pero Jorge se quedó detrás, con David. Su mano ya no lo agarraba, pero sus penetrantes ojos negros seguían puestos en él.
Jorge era una persona intimidante. Era alto, casi de la misma altura que David, y muy robusto. Su pelo dejaba entrever alguna cana que le daba un aspecto interesante a sus treinta y cuatro años. Su porte era atlético mezclado con seguridad en sí mismo y algo sumamente atractivo, las ideas claras.
David aún recordaba como le habían intimidado sus ojos de más pequeño, cuando Jorge lo dejó quedarse con él unas semanas cuando estaba malherido.
-Necesito un móvil.-dijo, sin necesidad de decir nada más.
-El día que no pueda protegerte no podrás necesitar nada.-su voz era tranquila, pero había una mezcla de decepción en ella.
Esa tranquilidad por la que David le había llegado a odiar de más pequeño. Aquella que había hecho que tantas veces se peleasen.
David apretó los labios.
-Lo sé, pero ya no necesito que me protejas. Se hacerlo yo mismo.
Jorge dejó su aspecto de seriedad, esa barrera infranqueable que marcaba una distancia insondable entre ambos.
-Has ido a robar a un grupo de policías que están en una despedida de soltero.-le sonrió, como si volviese a ver a un niño asustado en él.
-Siempre me han gustado los desafíos y lo sabes.
Jorge puso los ojos en blanco y sacó un teléfono de su bolsillo.
-Tienes cinco minutos.-le advirtió, mirando como el grupo se alejaba sin esperarlo.
El chico se lo agradeció con la mirada. Jorge se le quedó mirando mientras le daba la espalda, con algo de nostalgia. David le había dirigido su mirada, esa que mostraba una extraña mezcla de rebeldía y aprecio. Esa que había estado con el desde el primer momento en el que lo salvó. Jorge también sabía, que de no ser por él, el chico no estaría allí. Se sentía en parte responsable de lo que pasó, si hubiese llegado antes...
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Ciudad de niebla© |TERMINADA| (1)
Novela JuvenilHISTORIA COMPLETA. Primera parte de la saga ciudades. #1 en amar desde el 19/01/2019 hasta el 18/12/2019 #1 en riesgo desde el 20/12/19 al 05/02/20 #1 en narcotrafico 10/07/2019 #1 en chicosmalos 5/10/2019 Italiano de ojos grises y cabello oscuro...