Capítulo 43

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 Verónica llegó a su casa y se encontró a su madre preparando el almuerzo. Parecía cansada cuando Víctor se le lanzó a los brazos.

-Hola, mi amor.-saludó Violeta a su hijo pequeño.-

-¿Qué haces aquí?-le espetó Verónica.

Verónica se enfadó de pronto. Su madre debía de estar en el hospital con su padre, no allí en su casa. ¿Qué le pasaba? ¿En serio?

Su madre la miró de mala gana, la combinación de sueño y enfado no tenían un efecto positivo en ella. Violeta tenía unas finas ojeras cubriéndole los claros ojos, y su cabello lucía algo despeinado.

-Que yo sepa esta es mi casa.

Verónica puso los ojos en blanco, algo que aunque no era normal en ella estaba empezando a coger por costumbre. Hasta hacía unos días su relación había sido maravillosa, pero ahora era como si un cúmulo de sensaciones amenazaran con sumirlas en una profunda pelea en cuestión de segundos. Su madre la fulminó con la mirada indicándole que no la quería cerca de ella. Aún estaba enfadada por lo del concierto y por lo de la noche anterior, y si por algún casual hubiese sabido que había dormido con David esa noche estaría aún mas furiosa.

Verónica estaba cambiando, era como si hubiese dejado de ser esa niña dulce y todo le molestase a pesar de que la antigua Verónica no hubiese podido evitar sentirse triste. Era como si le molestase todo cuanto pasaba a su alrededor y todo cuanto no podía controlar. Como si solo hubiese un lugar donde quería estar, y ese lugar era al lado de David, sin importarle lo peligroso que eso pudiese llegar a ser. Solo quería eso. ¿Era pedir demasiado?

-¿Cómo está papá? -preguntó antes de salir de la cocina donde su madre estaba cocinando.

-¿Qué le pasa a papá? -inquirió una vocecita asustada.

Violeta apretó los labios y le dirigió otra de esas miradas a Verónica.

-Papá esta bien, cielo. No te preocupes.-le dijo lo más cariñosa que pudo Violeta.

Su madre no se había dirigido a ella y Verónica se dio cuenta de su error. Había cosas que no debían de hablarse delante de los niños, y aquella era una de ellas. Al menos hasta que las cosas no estuviesen bajo control.

-Lo siento.-se disculpó al tiempo que salía de la cocina y se iba a su cuarto.

Escuchó como su madre le daba explicaciones a su hermano, de una forma dulce, la misma que solía emplear con ella. Sintió una punzada de añoranza en el pecho. Aún sentía que su mundo estaba patas arriba y aún tenía pendiente hablar con Paloma sobre el motivo por el que había salido llorando de su casa.

Sin embargo, tan sólo sintió una punzada de rabia en el pecho. La imagen de ese chico pegándole a su padre llevaba toda la mañana dando vueltas por la cabeza de la chica. Unos gritos abajo la hicieron salir de su mente otra vez. Víctor estaba chillando y gritando al tiempo que lloraba. Escuchó sus piecesitos subir rapidamente por la escalera y sus manitas aporrear la puerta de su hermana para luego abrirla con lágrimas en los ojos y los labios haciendo un puchero, muy enfadado.

-¡ME HAS MENTIDO!

Verónica tan solo lo miró sin saber bien que decir. Era cierto. Le había mentido, pero había sido para tranquilizarlo.

-Víctor...

-Noooo, no quiero escucharte mas.-volvió a chillarle mientras salía de su habitación llorando.

Verónica iba a seguirlo cuando vio a Violeta corriendo detrás de él y dirigiéndole una mirada de soslayo y muy enfadada a Verónica. Al parecer todo lo que hacía ultimamente estaba mal hecho.

Ciudad de niebla© |TERMINADA| (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora