Capítulo 75

2.3K 828 7
                                    

 Dario comenzó a hiperventilar, al tiempo que veía como David sacaba su arma del bolsillo y le  apuntaba con ella. Ni tan siquiera fue capaz de ver la mirada de Verónica, asustada ante lo que David estaba haciendo.

-No, Cobra, por favor...

Dario comenzó a pedir clemencia, pero David tenía un plan en su cabeza.

-Me temo que no entiendes la situación Dario.

Y el chico se acercó a él de rodillas en el frío y mojado asfalto.

-Por favor, somos amigos. Si no fuese porque sabía que me matarían jamás habría ido por ese hombre. Cuando me lo propusieron ni tan siquiera sabía que era importante para ti ni que tú ibas a estar en medio. Cobra por favor, somos amigos.

Volvió a repetir aquella frase, pero solo se encontró con el silencio y con la frialdad como respuesta.

-Si te dejo ir, y descubren que no han matado al padre de Verónica, volverán a por él y esta vez, estoy seguro de que no se conformaran solo con él.

Dirigió una mirada de soslayo a Verónica, la cual lo miraba como si estuviese dentro de una película de terror. Le acarició la mano con el dedo gordo, haciendo un círculo antes de soltarla y de colocarla en el bolsillo. No podía aparentar ser un chico enamorado delante de Dario. No aunque él ya se hubiese dado cuenta de la química que había entre él y Verónica.

-No diré nada Cobra. Lo prometo.

David rió, y lo observó con una expresión jactanciosa que Verónica llevaba tiempo sin ver pero que logró que todas sus hormonas respondiesen ante ella. Era tan seguro de sí mismo que le hacía parecer poderoso y enigmático a la vez...dos conceptos que lo hacían parecer una fiera mucho mas peligrosa que cualquier hombre armado.

La lluvia cesó por completo y la niebla se volvió un poco mas densa. Verónica comenzó a marearse debido a la intensidad de las sensaciones que David evocaba en ella. Escuchó de fondo como la ambulancia pasaba un poco alejada de ellos. Su sirena logró recordarle como iba a explicarle todo aquello a sus padres, y su corazón se aceleró ante aquello. Maldición. Prefería mil veces aquel momento en el que David estaba a punto de asesinar a alguien que vérselas luego con sus padres.

-¿Crees que puedo creerte después de esto?

Dario se acercó todo lo que pudo hasta David.

-No. Pero te doy mi palabra de que no diré nada.

David chasqueó la lengua y se humedeció los labios en el que probablemente fue el gesto mas sensual del planeta tierra para Verónica.

-Vamos a hacer una cosa. Vas a decirme cuantas personas más están involucradas en esto. Ya.

-Solo nosotros tres. Te lo prometo.

-No te creo.

-Es cierto. Era algo sencillo. Entrar en la casa y matar al policía. Hasta donde se todos los demás están trabajando para lo que quiera que esos cuatro se traen entre manos.

Verónica volvió a escuchar esos nombres en su cabeza. Maek, Baref, Don Giovín y la señora La Rua. David lo miraba serio a su lado. Tan serio que parecía el doble de imponente que normalmente. Su arma seguía apuntando a Dario justo en la cabeza, y no había ni un solo gesto de indecisión en su rostro.

David le mantuvo la mirada a Dario. Y tanto Verónica como Paloma podrían jurar que fue una de las miradas mas duras que habían visto en mucho tiempo. Paloma se removió un poco más alejada de ellos. Había algo en su interior que echaba de menos todo aquello. Que necesitaba aquello. Necesitaba revivir las cosas que había vivido y que ahora solo le eran posibles en su imaginación. Se mordió los labios y se sintió ofuscada, como si fuese entonces cuando se daba cuenta de que convertirse en Paloma había sido un error. Sacó su arma del bolsillo del chubasquero y la observó. Era pequeña, de calibre 38'' y lo que más le gustaba, era de Darren. Y lo que le gustaba aún más, no estaba dispuesta a devolverla. Volvía a sentirse poderosa, temida, y con ello, volvía a ser Pe. No se había dado cuenta de todo lo que la había echado de menos. Volver a matar, aunque no fuese su intención, había despertado algo en ella que estaba profundamente dormido. Sonrió cuando vio a David acercarse más a Dario, colocando su arma sobre la frente del otro chico. Una sonrisa aún mayor se dibujó en su rostro cuando ella misma fue la que apuntó al chico rubio, en el suelo, como había hecho con tantas otras personas a las que había matado a sangre fría. Tal vez fuese cierto lo que le dijo una vez Maek, cuando ella le dijo que no iba a volver a verla. Tal vez fuese cierto, y las personas como ella jamás cambiasen. Aunque tratasen de ser otra persona. Sintió el gatillo frio cuando posó su dedo en él, y aquello le trajo tantos recuerdos, que no pudo evitar apretarlo suavemente.

Ciudad de niebla© |TERMINADA| (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora