Capítulo 71

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 David observaba a Verónica, recostada en la cama. Hacía ya tiempo que sus padres y su hermano pequeño se habían ido a dormir. Ni Violeta ni Pedro se habían percatado de la presencia de David. Toda su atención estaba puesta en ser precavidos y en cerrar la casa con llave, pero ambos ignoraban que ya tenían un intruso dentro. Violeta había entrado aquella noche en la habitación de Verónica para asegurarse de que había echado el cerrojo del balcón. A pesar de eso, tampoco vio a David. Iba tan centrada en comprobar que toda la casa estuviese cerrada que no se percató de que David estaba en la cama tapándole la boca a una Verónica con ojos abiertos como platos y asustada. Violeta pasó por su lado sin mediar palabra y sin ni tan siquiera verlo, con la luz apagada y sumamente cansada por el día que había tenido.

Aún recordaba la risa nerviosa de Verónica cuando su madre salió de la habitación y se relajó.

-Casi me da un infarto.-le había dicho entonces, hacía ya un rato.

Por su parte, él se había limitado a arquear las cejas, en un gesto sumamente atractivo.

-Algún día te acostumbraras a cosas peores.-le había respondido con algo de pesar.

Eran ya las dos de la noche, y David sabía que Verónica aún no había pegado ojo. Tal vez por eso la siguiese abrazando desde detrás, oliendo aquel olor a melocotón que tanto le gustaba. Sentía su cuerpo pegado al suyo y era como si ese fuese su lugar en el mundo. La voz de ella lo sacó de sus pensamientos, aunque luchase con un estado de vigilia para no dormirse.

-Entiendo que no has tenido elección en muchas cosas, pero, ¿qué tiene que ver el quemar mi instituto con ningún proxeneta para el que trabajes?

David entendió la pregunta, con una media sonrisa.

-Él día que entré en tu instituto y te vi por primera vez ni tan siquiera estaba trabajando para nadie.

Ella se giró hacia él, pidiéndole explicaciones. La luz de la luna se proyectaba sobre su cabello y una parte de su rostro, dándole un toque angelical que David no pudo evitar observar. Luego tan solo le sonrió. Ella notó los músculos de su brazo moverse debajo de ella.

-Era un ajuste de cuentas.

-¿Y el ajuste consistía en quemar el instituto?

-No, eso era una muestra de valor y de lo que podíamos llegar a hacer. De todas formas, yo no sabía nada de que iban a prenderle fuego.

-Explícamelo.

David se planteó como hacerlo unos instantes.

-Verás, tengo una especie de amigo que trabaja para Alex. Se llama Paulo, e hice buenas migas con él porque era italiano como yo. Él fue en parte quien me ayudó con el idioma. Él era bilingüe. Bueno, quería ajustar cuentas con alguien que le había jodido un encargo de drogas. Eso es un tema serio, y aunque yo no me dedique a eso, hay chicos como Paulo que se sacan un dinero extra gracias a eso. Por lo que me contó, alguien le quitó un cliente, y todo aquello fue para asustarlo. Por lo que sé después de eso, el chico al que quiso asustar recibió una paliza y estoy seguro de que no volverá a inmiscuirse en la zona de Paulo.

Verónica asintió mientras comprendía, pero no podía evitar imaginarse la escena como una película.

-¿Así van a funcionar de ahora en adelante las cosas?

La preguntó pilló a David con las defensas bajas.

-¿Así como?

Ella se acabó de girar hacia él y se dejó caer en la almohada. Su yo interno aún alucinaba con estar en la misma cama que él, y aunque no les hiciese caso, las mariposas en su estómago se parecían más a termitas que le daban calambres en el estómago.

Ciudad de niebla© |TERMINADA| (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora