41. Da escalofríos

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Katerina

Salgo de la escuela, pensando en mi nuevo plan maquiavélico, cuando visualizo el auto con la inicial Ricoy en la puerta.

¡Sálvese quien pueda!

¡Debo huir!

—Katerina. —Me detengo al reconocer la voz y me giro.

Levanto una ceja.

—¿Abuela?

Elena Richerd de Ricoy, con ese aire imponente, se acerca a mí y me sonríe.

—¿Huías de mí?

Ruedo los ojos.

—¿De ti? Yo solo huyo de mi madre.

La anciana de casi setenta años se ríe.

—Haces bien.

Frunzo el ceño.

—No me haga enojar o me vas a conocer en serio. —La señalo—. ¡Nadie se burla de mi madre, solo yo puedo!

—Me parece bien, una mujer debe siempre saber cuándo hablar y cuando callar.

La miro raro.

—Creo que me confundí.

—Normal, con la educación que tienes —opina—. Lo peor, si estás tan bien con tu madre, ¿por qué no vives con ella?

—Eso es más que obvio. —Muevo mis cabellos rubios con mi mano y me hago una pose de diva, luego sonrío ampliamente—. Porque mi papá es todo y no lo cambio por nadie, ni siquiera por mamá. Él está en un pedestal y nadie nunca lo podrá bajar de allí. —Chasqueo los dedos—. ¿Entendiste? Así que no hables de mi educación. —Frunzo el ceño—. Porque no lo toleraré, así que no me molestes, mi papá me educa como se debe.

—Quizás, pero si no quieres que Tatiana te quite todo, yo que tú estaría atenta.

Me sobresalto.

—¿Qué sabes tú de Taty?

—Que es una piedra en tu zapato y deseas quemarla, pero no te preocupes, yo te puedo ayudar, ya que tenemos un interés en común ¿Qué te parece?

Quedo tildada. La abuela parece inteligente. Me da un escalofrío, pero sonrío con malicia.

—Eso me suena interesante ¿Qué tengo que hacer? 

Herencia Ricoy (R#10)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora