48. Malas influencias

1.2K 132 17
                                    

Katerina

Salgo de la escuela alegre, porque esta noche al fin me encontraré con Vincent, pero dejo de avanzar cuando visualizo el auto de la abuela. Baja la ventanilla de su vehículo y me sonríe amigablemente, levanta sus lentes de sol sobre su cabeza.

—Conseguí lo que querías, ahora tú cumple con lo tuyo.

Levanto una ceja.

—¿Las dos cosas?

—Hablé con el director, no fue difícil convencerlo.

—Bien ¿Y lo otro? —Me cruzo de brazos.

—Lo otro lleva más tiempo y tienes que cumplir con tu parte, permíteme la entrada a Deluxe, sabes que el guardia no me deja pasar.

—Déjate de palabrería. —Entro al coche—. Estando yo presente ese hombre tiene que obedecer, así que dile a tu chófer que arranque y terminemos con esto.

Nos dirigimos a la empresa de mi madre, el auto estaciona en frente y bajamos. Como predije al guardia no le queda otra que dejar a la abuela pasar, tomamos el ascensor y llegamos al piso de las oficinas principales. Después de cruzar el pasillo, visualizo la recepción.

—Hola, fea ¿Está mamá? —le pregunto a la secretaría y se nota como fuerza una sonrisa.

—Claro, Katty, ahora le aviso que estás aquí.

—No hay necesidad, vamos abuela —aclaro y comienzo a caminar.

—¡Katty, espera! —Intenta detenerme—. La señora no puede entrar —agrega viendo a la abuela.

—Cállate, fea. —Abro la puerta y visualizo a mamá mirando uno papeles en su escritorio.

Al menos hoy no he visto ninguna escena vergonzosa y me refiero a encontrar a mi madre con David teniendo sexo en el escritorio. Soy una pervertida, pero ver a mi mamá haciendo eso, me hace sentir rara.

Ella levanta la vista y sonríe.

—Hola, Katerina ¿Qué te trae por aquí? Qué sorpresa, supongo que has dejado las malas influencias y al fin contarás todo.

—¡No! Pero te sorprenderás mucho más, eso seguro.

Enarca una ceja.

—Ah ¿Sí? ¿Cómo?

—Hola, Crista. —Entra la abuela y la sonrisa de mamá se borra.

Se levanta despacio de su asiento, su rostro empalidece y lentamente alza el tubo del teléfono de la oficina, mientras presiona el botón de seguridad, su voz suena entrecortada.

—Estás.... despedido.

Herencia Ricoy (R#10)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora