68. Rechazada

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Katerina

Otro día de escuela, estoy parada en frente del aula a ver si hablo con Tatiana o Félix. Extrañamente al que me cruzo primero es a Elías.

—Oh, es el apocalipsis, un desaparecido. —Sonrío.

—O quizás solo no quiero ver tu cara —bromea.

—¿Ya te fueron con el cuento? —Revoloteo las pestañas—. Tú y yo nos llevaríamos muy bien. —Frunzo el ceño—. Sino estuvieras del lado de Tatiana.

—Yo estoy del lado de quien se lo merece, odio la injusticia.

Me río.

—¿Y por eso estás catalogado como alumno problemático?

Alza la cabeza de manera altanera.

—Los profesores no entienden mi justicia.

—¿Y no me enseñas tu justicia? —Camino hasta él de manera sensual y apoyo mi dedo en el cuello de su remera.

—No me... —Se acerca a mi rostro y siento su respiración.

Qué sexy.

—¿No me? —Entrecierro los ojos ante nuestra corta distancia e ignoro lo que dijo observando su boca.

—No me gustan las rubias. —Se aleja cuando intentaba besarlo.

¡Me lo hizo a propósito, encima se ríe el desgraciado! ¡¿Se atreve a burlarse de mí?!

—Te mataré —me quejo—. Estúpido imbécil.

—Gracias, un honor. —Me guiña y se dirige al aula.

—Elías Elek. —Presiono el puño viendo como se retira.

Pudo haberme servido para arreglar las cosas con Taty, pero el idiota es muy difícil, más que...

—Se supone que cuando te le declaras a alguien, no estás ligando con otras personas. —Oigo detrás de mí.

Me giro.

—Patrick.

—De todas formas no me sorprende, ya sabía yo que estabas jugando conmigo —dice seriamente.

—¡No mentí! —grito sonrojada.

Me esquiva yendo al aula.

—Ah, no importa, y de todas formas no te preocupes, voy a fingir que te creo.

—¡Tú no entiendes a mi libido!

Se gira a mirarme cuando llega a la puerta.

—No soy idiota, ¿sabes? Pero como ya dije, no hay problema, no soy alguien impulsivo como para quejarme, y otra cosa, no necesitas justificarte, porque no hay nada entre nosotros.

Me da una punzada en el pecho.

—Pero... —Hago puchero—. Chico Virgen.

—Concéntrate. —Señala detrás de mí—. Ahí viene Félix. —Sonríe—. Suerte.

—Me rechazas, pero me ayudas ¡Me volverás loca!

—Una cosa no tiene que ver con la otra, y ya estás loca —bromea y me sonrojo.

Cuando se retira me giro preparándome mentalmente para hablar con Félix.

Herencia Ricoy (R#10)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora