CAPÍTULO 2

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  Me despedí con una sonrisa y subí rápidamente las escaleras. Mi piso era un lío, al parecer la mudanza era en el apartamento de al lado, por lo tanto el pasillo estaba lleno de cosas y personas que entraban y salían. Quise chusmear un poco pero no se veía nadie, no podía con mi ansiedad y necesitaba conocer a los nuevos vecinos urgentemente.

Sin éxito, entre finalmente a mi apartamento y cerré la puerta con llave. Largué un suspiro y me tiré, así como estaba, en el sillón. Decidí prender la tele pero me quedé dormida en tan solo un par de minutos, con una película bastante aburrida de fondo.

Me desperté sobresaltada por culpa de unos golpes provenientes de la puerta de entrada y me acomodé un poco el pelo antes de pararme del sillón. No tenía idea de cuanto tiempo había dormido pero tampoco me importó demasiado. Me dirigí hasta la puerta, prácticamente arrastrando los pies y la abrí como si tuviera todo el tiempo del mundo.

No me esperaba ver lo que vi y me encargué de demostrarlo. Parecía que mis ojos se saldrían de mi cara, y no pude evitar abrir la boca al instante.

- Disculpa, no quise molestar - dijo pero mi expresión no cambiaba - Em... me acabo de mudar acá al lado. Solo quería presentarme, y pedir perdón por el ruido y el revuelo de toda la tarde - explicó con una leve sonrisa y quedé embobada
- No... no hay problema, ni lo sentí - dije casi tartamudeando y su sonrisa se ensanchó
- Eh... bueno, soy Julian - dijo extendiendo su mano hacia mí y me costó un montón reaccionar y agarrarla
- Oriana, mucho gusto - dije algo nerviosa ante el contacto con su piel y le sonreí un poco tímida
- Bueno, voy a seguir arreglando todo, cualquier cosa... ya sabes donde vivo - dijo y reí
- Lo mismo digo - hice una pausa mientras me entretenía mirándolo atentamente - Y... bienvenido Julian!
- Gracias - exclamó dejándome ver la perfección de su sonrisa - nos vemos, supongo
- Si, nos vemos! - respondí entusiasmada y él se alejó de a poco hasta que lo vi desaparecer por la puerta de al lado.

Cerré la puerta y me recosté sobre ella, dejándome caer sobre mis pies. Seguía en shock. Todavía no podía creer lo que me estaba pasando. Que mi nuevo vecino fuera un completo desconocido con el que soñé la noche anterior era algo a lo cual no le encontraba una explicación coherente. Casualidad? Realmente no lo creo.

Estuve unos diez o quince minutos así, en la misma posición, hasta que decidí llamarla a Jenny, era mi única amiga y la única que sabía todo lo que pasaba.

- Ori - dijo apenas atendió
- Jenny, no sabes lo que me pasó! - dije algo alterada
- Qué? Qué pasó? - preguntó rápidamente y suspiré antes de largarlo todo
- Se mudó un chico al apartamento de al lado
- Ahhh, que interesante - dijo irónica
- No es eso, es que... es... es igual al chico que te conté, el del sueño! - susurré como si alguien me fuera a escuchar
- Me estás hablando en serio?
- Sí, te lo juro, es él, es exactamente igual. No, no, no, no sabes lo que es!
- Vos predecis el futuro o algo por el estilo? Ya me está dando miedo todo esto
- Te pensas que a mi no? No te imaginas lo que fue verlo! Mañana te cuento bien, dale?
- Si obvio! Ahora tranquilizate un poco o anda a visitar a tu nuevo vecinito - dijo entre risas
- Basta Jenny, ubicate, chau - dije contagiada de su risa y le corté enseguida.

Con todo lo que pasó se me había ido el hambre, y más aún las ganas de cocinar. Es lo que tiene vivir sola, por momentos necesitaba a mi mamá, para que me cocine, o simplemente para soportar la soledad.

Eran las nueve y media de la noche y ya me estaba acostando, muy raro en mí. Le mandé un mensaje a Benja, postergando su visita por lo menos hasta mañana. Me contestó algo seco y supuse que no le había gustado nada la idea, pero no me hice ningún tipo de problema. Apagué todo y me costó más de una hora conciliar el sueño. Este chico... Julian, no salía de mis pensamientos. Tenía un montón de imágenes en mi cabeza, del sueño mezcladas con lo que había pasado esa tarde y la verdad que no podía dejar de pensar en eso. Todavía me costaba asimilarlo.  

Del Otro LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora