CAPÍTULO 13

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  Fingí que no me molestaba que se acercaran chicas a bailarle, las cuales me miraban con sus peores caras por el simple hecho de estar con él. Julian simplemente se reía y les seguía el juego, bastante inconsciente de lo que hacía.

- Vamos Juli - grité apartando a una morocha que se le tiraba arriba con segundas intenciones.

Le dediqué una mirada asesina la cual fue correspondida por parte de ella y lo agarré a Julian de la mano para arrastrarlo hasta la salida del boliche. Él no paraba de reírse y no despegaba su mano libre de mi cintura mientras caminaba atrás mío, lo que me ponía demasiado nerviosa. Lo obligué a sentarse en el cordón de la vereda ya que no tenía mucho equilibrio y me senté a su lado. Cerró sus ojos y le corrí un poco el pelo de la cara, sin dejar de mirarlo en ningún momento.

- Estás bien? - pregunté luego de un silencio y automáticamente se le dibujó una sonrisa en el rostro
- Mmm - fue lo único que le entendí pero me tranquilizó que haya asentido con la cabeza.
- Voy a pedir un taxi
- No - gritó y me sacó rápidamente el celular de la mano
- Que haces? Dámelo
- Pero no pidas un taxi - dijo cuando me devolvió el celular
- Y en que te pensás volver?
- Caminando - dijo encogiéndose de hombros y reí
- Pero si apenas podes mantenerte parado Julian
- No, mira - dijo algo acelerado y se paró rápidamente para luego hacer el cuatro con sus piernas
- Sos un tarado - reí y me paré para sostenerlo por los hombros, evitando que se cayera.

Aprovechando la cercanía, rodeó mi cintura con sus brazos y dejó un sentido beso en mi frente. Quedé embobada mirándolo y él me dedicó una de sus perfectas sonrisas, luego de pasar una mano por mi pelo para despeinarme, por lo cual me quejé.

- Vamos? - preguntó y asentí.

Caminamos en dirección al edificio y debo admitir que aunque Julian estuviera conmigo, algo de miedo tenía. Eran casi las siete de la mañana y todavía no había amanecido. Excepto la cuadra del boliche, las demás calles estaban completamente vacías, y cada tanto pasaba algún auto a gran velocidad, seguramente producto del alcohol. Julian no paraba de sonreír por todo, se ve que no era muy consciente de lo que hacíamos, por algo estaba tan relajado. Yo lo sostenía por la cintura mientras él se apoyaba en mi hombro para mantener el equilibrio.

Visto de afuera podía parecer muy tierno pero la verdad que no es nada fácil cargar a un hombre, encima borracho, por seis cuadras a estas horas.

- Espero que te haga bien el aire fresco, así por lo menos vale la pena haberte cumplido el caprichito - dije algo fastidiosa y él rió
- Vos me haces bien - dijo cerca de mi oído y a pesar de saber que estaba diciendo pavadas, no pude evitar que mi corazón empezara a latir con increíble rapidez
- Sh callate - murmuré nerviosa y él volvió a reír.

Por suerte habíamos llegado, salvándome de semejante momento incómodo. Pensé en llevarlo por las escaleras pero seguramente llegaríamos al tercer piso pasado mañana, así que me llené de valor y apreté el botón del ascensor, prácticamente con los ojos cerrados.

A los pocos segundos ya estábamos adentro del ascensor y él se encargó de marcar el número tres. Me miró preocupado seguramente por mi cara de susto y rápidamente me abrazó por los hombros, justo cuando nos empezamos a elevar. Cerré mis ojos con fuerza y escondí mi cara en su cuello. Fueron los segundos más largos de mi vida, hasta que las puertas se abrieron y él se apartó para luego salir agarrando mi mano. Tenía el olor de su perfume tan impregnado después de ese abrazo que me costaba reaccionar.

- No pensás entrar? - pregunté cuando se recostó sobre la puerta de su apartamento
- Querés entrar conmigo?
- No, ni loca - dije con seguridad y se mordió el labio mientras reía
- Vení, ayudame a abrir - murmuró mientras sacaba las llaves del bolsillo del pantalón y me las mostraba.

Suspiré y me acerqué a la puerta. Julian jamás se movió de donde estaba, simplemente me señaló cual de todas las llaves era y me miraba atentamente mientras la giraba en la cerradura.

- Listo - dije algo nerviosa cuando levanté la mirada y lo vi tan cerca.

Él no dijo nada, simplemente me miró a los ojos con seriedad y me atrajo más hacia su cuerpo, abrazando mi cintura. No supe que hacer con mis manos así que simplemente las deposité en sus brazos, para mantener un poco la mínima distancia que quedaba entre nosotros.

Su mirada se turnaba entre mis ojos y mi boca, y lo tenía tan pegado a mí que podía sentir su corazón bajo el mío, latiendo a igual velocidad. Cerré mis ojos apenas sentí su nariz rozar la mía y toda mi cordura la perdí en cuestión de segundos, eternos segundos. Su respiración chocaba con la mía y podía sentir su acercamiento, hasta el punto en que nuestros labios se rozaron, generando una tormenta en mi interior.  

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