La música se escuchaba cada vez con más intensidad a medida que nos acercábamos a la puerta. Mis nervios también se incrementaron y Jenny simplemente reía al darse cuenta, era increíble como me conocía sin la necesidad de decirle nada. Tocó timbre ella y yo me paré detrás de su espalda, como una nena asustada.
- Hola - exclamó él con una sonrisa de oreja a oreja apenas abrió la puerta - vinieron - agregó mirándome por encima del hombro de mi amiga.
Se saludaron y Jenny entró, dejándome sola con él, quieta en mi lugar. Lo miré unos segundos de arriba a abajo sin poder creer lo lindo que estaba. Era la primera vez que lo veía con camisa, y realmente le quedaba perfecta, rosada, algo ajustada y metida para adentro del jean solo por un costado. Estaba algo despeinado pero me pareció ideal para la ocasión. Me dedicó una leve sonrisa y se la devolví, un poco cohibida ante su mirada.
- Estás muy linda - dijo con naturalidad y me mordí el labio mientras negaba con la cabeza, seguro se lo dice a todas
- Gracias - respondí nerviosa - vos también
- Ya lo se - dijo y no pude evitar largar la risa
- Sos un tarado - volví a reír - puedo pasar? - pregunté al ver que no se pensaba mover del marco de la puerta y él asintió, pero antes de moverse acercó su cara, de costado, a la mía
- Saludame Oriana - gritó al ver que yo no reaccionaba.Apoyé mis manos sobre sus hombros y dejé un sentido beso en su mejilla. Una sensación rarísima me recorrió el cuerpo en ese instante, y se intensificó cuando me separé un poco y lo vi sonreír. Me dejó un espacio para que pasara y entré lo más rápido que pude, necesitaba cambiar el ambiente con urgencia.
Jenny estaba sentada en el sillón con dos chicos a su alrededor que no paraban de hablarle y hacerle preguntas, reí y lo miré enseguida a Julian quien puso los ojos en blanco al ver la situación.
- Eu déjenla en paz - gritó por encima de la música y Jenny se empezó a reír
- Veo que ustedes ya se presentaron... Ori ellos son mis amigos, Maxi y Agus - dijo señalando a cada uno y yo asentí, dedicándoles una sonrisa
- Así que vos sos la vecinita - dijo el morocho y me encogí de hombros
- Supongo que sí - murmuré y Julian me sonrió, aparentemente algo nervioso
- No les des bola, son unos boludos - explicó cerca de mi oído
- Me caen bien - respondí y él rió - pero que no se pasen con Jenny porque tiene novio
- Vos también tenés novio - largó mientras se llevaba el vaso a la boca
- Sí... y? - pregunté con el ceño fruncido y él me miró con picardía
- Y estás hablando conmigo - dijo apoyando el brazo en la pared sobre la cual yo estaba recostada - y no hay nada por lo cual tu novio pueda enojarse - finalizó al ver que no entendía su idea
- Ya se Julian, solo digo porque no los conozco
- Veni Ori - gritó Jenny, interrumpiéndonos, y me hizo señas de que me uniera a la conversación.Dude por un momento pero luego me acerqué, de a poco, seguida por Julian quien se sentó a mi lado, en frente a los chicos.
Estuvimos un largo rato hablando, conociéndonos entre todos mientras la botella de fernet iba bajando considerablemente. Al cabo de una hora ya estábamos todos extremadamente felices y con bastante confianza. La verdad que los chicos eran muy buena onda, esas típicas personas con las cuales no podrías aburrirte nunca.
A eso de las tres de la mañana salimos del departamento para ir al boliche. Elegimos uno que quedaba a unas seis o siete cuadras y al cual solíamos ir bastante seguido con Jenny. Fuimos caminando a pesar del frío y en pocos minutos ya estábamos adentro del boliche, los cinco bailando.
- Voy a la barra, vos querés algo? - preguntó Julian en mi oído en mitad de una canción
- Sí, dale, te acompaño - grité y él tomó mi mano con fuerza para no perderme entre la multitud, mientras yo le hacía señas a Jenny de que ya volvía.Caminamos entre empujones y codazos de la gente hasta llegar a la barra donde enseguida me miró esperando que hablara.
- Que tomas? Pago yo - dijo sacando la billetera del bolsillo trasero del pantalón
- No Julian, estás loco, tengo plata - grité mientras lo agarraba del brazo, como si eso fuera a cambiar su forma de pensar
- No importa, te quiero invitar
- No en serio, basta
- Dos cervezas - le gritó al chico por encima de mi voz, por lo que me crucé de brazos y bufé.Pagó y enseguida me entregó la botella. Lo miré a los ojos antes de aceptarla y él largó una pequeña risa.
- Que caprichoso que resultaste ser - dije para luego tomar un trago
- Es una cerveza Ori, ni que te estuviera regalando un auto - tenía razón, por lo que me reí enseguida y él se contagió
- Gracias - grité y él asintió.- Vení vamos a bailar - dijo tirando de mi mano
- No tendríamos que buscar a los chicos antes?
- Shh, no, vení - dijo frunciendo el ceño y me mordí el labio aprovechando que iba adelante mío y no me veía.Llegamos a un lugar relativamente despejado y nos pusimos a bailar. Estaba un poco tímida al principio pero a medida que la botella bajaba, la confianza en mí misma aumentaba increíblemente. No podía dejar de mirarlo, para ser hombre bailaba demasiado bien, se movía con naturalidad y una soltura increíble.
Y yo me sentía morir cada vez que tomaba mi mano para girarme o si apoyaba su mano en mi cintura para acercarme a su cuerpo. Me ponía extremadamente nerviosa sentir su aliento en mi oído cuando se acercaba a hablarme, tener su cara a centímetros de la mía, o simplemente que me mirara a los ojos. Creo que desde los primeros meses con Benja que no me pasaba algo así con un chico, y menos con uno al que hace una semana conocía.
Fuimos unas cuantas veces más a la barra, Julian ya se iba comprando la cuarta o quinta cerveza y yo no tomé más porque de lo contrario sabía como terminaría. A los demás recién los encontramos a eso de las seis de la mañana, cuando Jenny se vino a quejar de que se quería ir. Quedaron en acompañarla los chicos hasta el apartamento en un taxi y después se irían a sus respectivas casas, ya que Julian no se quería ir y a mi no me molestaba en lo más mínimo quedarme con él un rato más.
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Del Otro Lado
FanfictionTenía sus ojos café clavados en mí y juro que no existía nada mejor que esa sensación. Sonreí, algo tímida a medida que se acercaba, con seguridad, hasta el punto de chocar su frente con la mía. Sus manos se deslizaron desde mis hombros, recorriendo...