CAPÍTULO 26

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  Tuve que releer el mensaje unas diez veces pero igual seguía sin entenderlo del todo. Camila? No conozco a ninguna Camila y tampoco era consciente de que Benja conociera a alguien con ese nombre. Respiré hondo unas cuantas veces antes de hacerme la cabeza, podría ser una boludez y la verdad que no quería alterarme.

Entré a la conversación con el número desconocido, y, para no conocerlo, tenía una conversación extremadamente larga. Según la fotito era una mina, y mis nervios aumentaron al doble.

Las lágrimas no paraban de rodar por mi cara a medida que leía los mensajes viejos. Sentía una mezcla de adrenalina, nervios, tristeza, decepción, bronca, de todo. Y nada de eso era positivo. Aparentemente venían hablando hace muchísimo, porque subía y subía en la conversación y siempre estaba lejos de llegar al principio de la misma.

Hablaban de todo, entre otras cosas planeaban encuentros, se despedían tiernamente, llegué a leer un montón de "te quiero", "gordo/a", y hasta escenitas de celos por parte de él. No podía parar de llorar, pero tampoco podía dejar de leer. Mi masoquismo superaba cualquier cosa, hasta el dolor que estaba sintiendo. Sentí que todo dentro mío se desmoronaba, todo. Se ve que venía saliendo con esta chica desde hacía tiempo, mucho antes de aquél día que decidimos apostar todo por nuestra relación. Pensar que había dejado todo, absolutamente todo por estar con él, por no arruinar lo que teníamos. Era feliz a costa de engaños, mentiras y traiciones.

Sentí la puerta abrirse pero no hice ningún esfuerzo por disimular, por dejar el celular donde estaba o secar mis lágrimas. No, lo único que necesitaba, además de pegarle, era respuestas, explicaciones.

Pasó directo a la cocina a dejar las cosas, sin ni siquiera mirarme o darse cuenta que no estaba bien.

- Ey gorda, qué te pasa? - preguntó cuando se acercó al living y me vio
- A vos qué te pasa, enfermo? - dije, fulminándolo con la mirada, asustándolo un poco
- De qué hablas? - preguntó, intentando forzar una sonrisa
- De "Cami" hablo, la conocés? - su cara se tensó al instante, y su mirada se dirigió enseguida a su celular que seguía en mi mano
- No es lo que pensás
- Si que es lo que pienso - me paré rápidamente para quedar a su altura, enfrentados - y no me interesa que me inventes alguna excusa o que me sigas mintiendo en la cara, como haces anda a saber hace cuanto
- Ori, no... - fue lo único que le salió decir, ya que seguía sin reaccionar
- Solo quiero saber por qué? Por qué te cagaste en mí y en todo? Tan inmaduro sos que ni siquiera fuiste capaz de decirme las cosas en la cara? - pregunté alterada, empujándolo, con bronca
- No estábamos bien, Ori, estábamos en nuestro peor momento, y...
- Si, es cierto, pero dijimos de ponernos las pilas, vos mismo fuiste el que insistió en eso, y seguiste cagándome, con la misma mina
- No me entendés - dijo agarrándose la cabeza, con bronca
- No, la verdad que no te entiendo, explicame
- Yo estuve con ella mientras nosotros estábamos mal, pero después me arrepentí, y te pedí de volver porque de verdad no quería perderte. Pero se ponía cada vez más pesada con que quería verme y yo no podía cortar con eso, no se, no podía
- Nunca pensaste en mí? - pregunté inundada en lágrimas
- Si, siempre, te lo juro. Y no te das una idea de lo mal que me sentía y me siento - dijo con los ojos llorosos
- No se nota - lo interrumpí
- Perdoname mi amor, te juro que no se por qué llegué a eso, pero yo te amo, y quiero estar con vos, ella ni siquiera me importa
- No me interesa si te importa o no, si la querés o no, la cosa es que lo hiciste, arriesgaste todo y arruinaste lo que teníamos
- Ya lo se, y soy un idiota, pero por favor perdoname - suplicó, agarrando mi cara entre sus manos.

Cerré los ojos con fuerza, contando hasta mil para no pegarle, mientras un millón de lágrimas seguían cayendo por mis mejillas.

- Soltame - largué, sin abrir los ojos - me das asco - no hizo falta agregar más nada, enseguida me soltó
- La voy a cortar con ella, te juro
- No me interesa, qué parte no entendiste? Por mi cásense, de ahora en adelante para mi estás muerto
- No digas eso
- Digo lo que se me cante, y andate, ya, andate si no querés que te pegue para sacarme toda la bronca que tengo
- Pegame, puteame, pero por favor dame otra oportunidad - rogó, con los ojos llenos de lágrimas
- Ya te la di y no la aprovechaste, ahora andate por favor, no te quiero ver ni escuchar más - dije, dirigiéndome a la puerta, para luego abrirla y hacerle señas de que se fuera.

Estuvo un rato parado en el lugar, mirándome serio, sin caer en lo que le estaba diciendo.

- Andate, no la hagas más difícil, quiero estar sola - grité, desesperada.

Se acercó sin decir nada y se detuvo al pasar por mi lado, buscando mi mirada. Cerré los ojos esperando que se decidiera por irse. No quería ni mirarlo, me daba bronca, asco, todo junto. Le extendí la mano con su celular y cerré la puerta en su cara apenas pasó, para luego darle una patada, furiosa.

Corrí hasta el sillón y me dejé caer, boca abajo, hundiendo mi cara en un almohadón. Lloré hasta el cansancio, mientras maldecía en voz alta y gritaba para sacarme la bronca. Pero no había caso, cuanto más pensaba en él, peor me ponía, y esa sensación no se me iba con nada.

Hablé con Jenny por teléfono durante una hora aproximadamente, ya que tenía un cumpleaños y no podía venir. Me descargué un poco, y entre lágrimas intenté contarle todo, aunque se me hacía difícil de expresar y más difícil para ella de entender. No se qué la sorprendió más, si mis cuernos kilométricos o el hecho de que Pablo supiera lo que estaba pasando y no le haya dicho nada, lo cual era predecible, entre amigos se cubren así que no lo juzgo por eso.

Apenas terminamos de hablar, viendo que volvía a quedar sola con mi mente que no paraba de maquinar, saqué de la heladera la botella de champagne que Benjamín había comprado para brindar, y me dirigí al balcón, dispuesta a tomarme todo mientras veía a la lluvia inundar la ciudad frente a mis ojos.  

Del Otro LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora